Que la crisis agudiza el ingenio es algo de sobra sabido por los empleados y dueños de los supermercados del distrito. En lo que va de año, este gremio ha detectado un aumento considerable de pequeños hurtos, ya estén cometidos por ladrones profesionales, o por otros colectivos -motivados básicamente por la necesidad económica- tales como adolescentes, parados, jubilados y amas de casa. Además, según ha podido saber este periódico, últimamente está proliferando un tercer grupo de ‘amigos de lo ajeno’, que se dedica a robar alimentos para su posterior venta. Estos individuos, fundamentalmente extranjeros y toxicómanos, comercian con su botín en pisos reconvertidos en ‘supermercados clandestinos’ que se han extendido en los últimos meses por diversas zonas de la capital, entre ellas, Villaverde. Los ‘clientes’ de estos improvisados comercios son, principalmente, ciudadanos con recursos económicos limitados que, incluso, solicitan ‘a la carta’ algunos productos.
