Existen, imagino, diversas definiciones, pero esta nos viene bien no sólo por lo que dice, sino por como lo quiere decir.
Habitualmente cuando hablamos de autoconocimiento o incluso pensamos en él, quizá, lo primero que nos viene a la cabeza es una recopilación de datos superficial e interesada de nosotros mismos. En la que acentuamos las virtudes, capacidades y habilidades de que disponemos y diluimos o quitamos importancia a las contrarias, es decir, a nuestros defectos y debilidades; e insisto siempre de manera superficial.
Pongamos por ejemplo que alguien, como habitualmente tiene trato personal con la gente y este es amistoso, piensa: Me considero un tipo muy simpático, agradable y dicharachero. O un ejemplo del lado contrario, como alguien resulta que es un vago redomado y no se pone en marcha "ni a tiros" pero cuando se define a sí mismo dice: "Bueno soy un poco vaguete, pero en el fondo cuando me pongo y caliento motores soy una máquina…" (Bien, estupendo colega, busca maneras de "calentar" más a menudo, quizá necesites un poco de motivación bien dirigida).
Dejemos los ejemplos y vamos al meollo de la cuestión. La primera frase nos dice que el conjunto de creencias y experiencias que uno tiene de sí mismo; realmente quiere decir, que debemos conocernos de manera profunda, sincera e íntima. De manera que sepamos dónde estamos y donde queremos ir (objetivos) y sería una buena cosa tener una lista de virtudes, capacidades y habilidades lo más extensa posible, o cuanto menos, las que seamos capaces de practicar y aplicar en nuestro día a día.
Ahí va una pequeña guía: laboriosidad, compasión, humildad, paciencia, coraje, honestidad, honor, valor, disciplina, sencillez, generosidad, seguridad en uno mismo, iniciativa, imaginación, entusiasmo, autocontrol, amabilidad, concengración, colaboración, tolerancia, agradecimiento, etc.
Y con este listado, dedicarle un rato para saber primero quienes somos, segundo quienes queremos ser y cuales de esas capacidades debemos mantener y potenciar. Cuales debemos incorporar a nuestra personalidad para ser quienes queremos ser y como queremos que nos vean los demás.
Al igual que haremos con los defectos o debilidades, sólo que en este caso no se trata de eliminarlos porque sí; es mucho más efectivo potenciar la fortaleza complementaria a la debilidad que queremos eliminar. Ejemplo: Si somos egoístas, no se trata de darle vueltas al tema para dejar de serlo, sino que debemos potencias y tratar de ser generosos siempre que podamos. Para construir un nuevo hábito que cuanto más regular sea en nuestra vida, más disminuirá su complementario e indeseable egoísmo, en este caso… (Continua)
Del Libro: ¿Abandonas? ¡Jamás abandones!
Reflexiones para la Motivación