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Balto

         

 

 

          El silencio del campo

 

Harto de la ciudad y de sus ruidos

Quise escuchar el canto de la sierra

Los trinos, los mugidos, los balidos

Los susurros silentes de la tierra

 

Y así me recosté en una ribera

Para escuchar el recital del río

Que su dulce murmullo me meciera

Y a su arrullo me quedé dormido

 

Despertóme empero un grande ruido

Un rugiente tractor pasó a mi vera

Y no fue ese el único sonido

Que aquel mi corto sueño interrumpiera

 

Porque brotó después otro alarido

Una metálica voz de motosierra

Que vino a taladrarme los oídos

Al escucharlo yo me estremeciera

 

Ahora le tocó el turno a otro bramido

Un tremendo fragor de podaderas

Que dejaron mis tímpanos heridos

Imposible que allí permaneciera

 

Un motor dejóme ahora sacudido

Y luego fue una motocicleta

Para entonces ya estaba yo aturdido

Y mandábalo todo a la puñeta

 

Así que a la postre he concluido

A modo de enseñanza y moraleja

Que más vale ciudad y sus muchos ruidos

Pues el silencio rural es ya quimera

 

 

 

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