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Las tres patas de Pablo Iglesias

Juan Fernando González López

Socio 890 de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud

Licenciado en Periodismo de la Facultad de CC de la Información de Madrid

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Tal y como yo lo veo

 

 
 
 

Las tres patas de Pablo Iglesias

 

Acabo de recibir un correo del sindicato CSIF, en el que se informa de que finalmente se va a pagar la parte de la paga extra, que faltaba, de la que se congeló a los funcionarios, por parte del Gobierno. Déjense ya de elucubraciones: Tenemos elecciones el 26 de junio. Y eso obliga a arremangarse y a bajar a la arena.

Varias opciones son válidas; pero otras pueden dejar España desconocida, débil y pobre. Esa es la que representa Pablo Iglesias.

Para analizar al personaje se puede recurrir al trípode dime lo que haces y te diré quién eres; dime cómo hablas y te diré quién eres y dime con quién vas y te diré quién eres.

La parte esta última es la más trillada. Que si asesoraron al presidente de Venezuela; que si reciben subvenciones de Irán; que si no suscribe el pacto antiterrorista yihadista –vaya usted a saber por qué-; que si aplaude a su antigua alumna, sí aquella que se quedó con las tetas al aire para protestar porque había una capilla en la Universidad Complutense y su sintonía con Otegi. Y no obstante en esta primera pata hay algo que llama  más poderosamente la atención. Se ha sabido que Hugo Chávez consultaba a las brujas para saber si se iba a morir y qué políticas le irían bien. Ya se sabe el resultado.  ¿Iglesias irá a ver a Rappel para que le eche las cartas o le lea la mano?

Del dime cómo habla, todo el mundo se ha dado cuenta ya, de que lo hace desde el insulto, la agresividad, el rencor y el desprecio; habla de la casta, de la cal viva y del naranjito. Pero además para no decir nada. No se le ha oído explicar cuáles son sus propuestas, salvo la del referéndum en Cataluña, que es anticonstitucional, de entrada, y ya se vio cómo acabó la I República, declarándole Cartagena, la guerra, al Gobierno republicano. Una merienda de negros o de blancos. Por algo se creó el Estado de las Autonomías.

Pero la pata  fuerte del trípode, la que le hace a Pablo distinto es la de dime lo que haces y te diré quién eres; porque al fin y al cabo eres lo que reflejas. Y en eso, no hay más que concluir con que Pablo es todo un showman.

Tuvimos a los payasos de la tele, que hoy se han transmutado en los payasos del Sálvame Diario de Telecinco. Ahora tenemos al payaso del Congreso de los Diputados. Y es que Pablo no se reprime para ofrecer su despacho a una diputada del PP para que pueda reunirse con un diputado de Podemos, por quien bebe los vientos. Y no se corta para dar besitos en la boca a sus compañeros de fila, levantar el puño en la tribuna de oradores o prometer la Constitución; pero con ambages. Vamos, sí pero no.

De entre los que se conocen España necesita gente como De Guindos de presidente o de ministro, que aunque pertenezca a la casta, ya se sabe de su honradez –se mantuvo firme cuando persiguió a Rato-, cualificación personal y profesional y que no está para bromas, o de los nuevos, gente como Albert Rivera, que ha sido el único que sin armar polvareda se ha sentado y ha pactado. Vamos, que se ha arremangado.

 

 

aprietatelosmachos

 

 

Madrid, 19 de abril de 2016

 

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