Manuela Carmena es un caso absolutamente singular. Una mujer echada para adelante, luchadora, que se crió en una dictadura franquista, que militó en un partido que quería instaurar en España una dictadura soviética (partido que luego dejó a medias), que consiguió llegar muy alto en la Judicatura, y que después se jubiló. Sin embargo, cuando ya estaba en casa haciendo lo que otras jubiladas, decidió liarse la manta a la cabeza y saltar al ruedo político con 71 años, siendo la candidata más votada en las Primarias de la coalición Ahora Madrid. Con el 31% de los votos, se ha convertido en alcaldesa de Madrid con el apoyo de un PSOE, a cuyo candidato, Carmona, le prohibieron formar parte del gobierno municipal para después cesarle su propio partido como Portavoz. Carmena abandonó el PCE hace años, pero ha estado siempre en la órbita de IU y el ala izquierda del PSOE, de lo cual se ha beneficiado con el apoyo de estos partidos para cargos más o menos extrajudiciales: vocal del Consejo General del Poder Judicial (un cargo político, propuesta por IU), presidenta-relatora de un grupo de trabajo en la ONU, asesora del gobierno vasco de Patxi López, y miembro (¿o miembra?) del Patronato de la Fundación Alternativas.
Esta mujer excepcional, víctima del terrorismo de ultraderecha en cuanto que socia del Bufete de Atocha, que se libró de ser tiroteada porque ese día de 1977 no fue al despacho, es ahora víctima del Movimiento 15-M. La algarada, en principio espontánea, pero rápidamente fagocitada por IU y elementos de ultraizquierda, ha alimentado el imaginario popular como si fuera el colmo de la democracia, cuando fue el colmo del papanatismo, y como si fuera el culmen de la propuesta imaginativa, cuando fue la elevación al cubo de la soflama demagógica barata. Los "quince-emeros" se han ido organizando en sus "quedadas" habituales, a favor de la República, rodeando el Congreso, agrediendo a pecho descubierto a Rouco Varela, y entre manifa y manifa, entre cerveza y cerveza, y fumando cosas raras, han gestado una cosa que se llama "Ahora Madrid", una candidatura-aluvión formada por movimientos sociales (es decir, grupos de coleguitas), Podemos, IU (a última hora y dando codazos), y otros grupúsculos como Equo o Patio Maravillas.
Una ídem, vamos. Y en eso está la ex juez, ex víctima, ex consejera del CGPJ, ex relatora de la ONU: gobernando Madrid y guiando una nave en la que cada remero es de su padre (literalmente) y de su madre y rema al ritmo que le da la gana. Y yo me pregunto, Manuela, con todo el respeto que sus canas y su trayectoria y su género me inspiran, ¿por esta gente ha dejado Usted de ser juez y se ha convertido en parte? ¿Es Usted consciente de que ha pasado de ser una mujer que todos los demócratas podíamos reivindicar como propia a ser una mujer que solo los suyos -y no todos- reinvindican y respetan? Señora Carmena, piénselo, intente ser la alcaldesa de TODOS los madrileños y gobierne con sentido de Estado. Y, por favor, alcaldesa, meta en cintura a los "coleguitas" que tiene en el Ayuntamiento. Y, de paso, también a todos los familiares que se la están colando.
