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Pablo Iglesias se suicida

Tal y como yo lo veo

 

 

 

Pablo Iglesias, última parada

 

Ese profesor de ciencia política y político hiperactivo, de ojos hinchados, como de haber dormido mucho, registró el pasado viernes19 una moción de censura en el Congreso de los Diputados, sin apoyos previstos, que le va a llevar al ostracismo, salvo entre los suyos. De hecho, en el último sondeo de Sigma Dos, la moción de censura  de  Podemos  es mal  vista  por un

41%, de la población, frente a un 32%, que la apoya.

 

 

Desde que se aprobó la Constitución de 1978 se han planteado dos mociones de censura, también sin votos suficientes para que prosperaran; pero con desenlaces distintos: la de Felipe González contra Suárez y la de Hernández Mancha contra Felipe González.

 

La de González, presentó a un líder formidable en su discurso, un PSOE unido frente a la jaula de grillos de la UCD -como dijo Carrillo-, una ideología socialdemócrata de centroizquierda, con una proyección internacional de una Europa moderna, fuerte y progresista. La de Hernández Mancha no sólo no estuvo a la talla política de González, sino que mostró una Alianza Popular sin un programa concreto, sino el de quítate tú para ponerme yo.

 

Aquello supuso el final de Hernández Mancha. Y el Partido Popular no ganó las elecciones hasta que el desgaste del PSOE, por los casos de corrupción, y la conformación, por parte del Partido Popular, de un grupo liberal-conservador de centroderecha, se dieron la mano.

 

Pablo Iglesias está en la línea de Hernández Mancha. Iglesias lidera un grupo asambleario de mareas y confluencias sin ideología conocida -ahora le llaman populismo- y con una proyección internacional ambigua. Europa le gusta menos que Venezuela. Y ya se sabe lo que pasa en Venezuela.

 

La hiperactividad, mencionada al principio, le viene de la necesidad de mantener unido al conglomerado de grupos que conforman su formación política y de la frustración de ver cómo, elección tras elección, y a pesar de la corrupción en grado inopinable del Partido Popular, pierde una y otra vez.

 

Iglesias se encuentra inmerso en una espiral de huida hacia adelante, pero no presentando propuestas, sino algaradas del tipo me propongo como vicepresidente del Gobierno y me reparto ministerios o presento mociones de censura. Pero en política hay que ser hormiga, no cigarra. Además, su credibilidad está en entredicho por su ambivalencia y ambigüedad. Tan pronto tacha a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como herederas del franquismo, como que las aplaude cuando descubren un nuevo caso de corrupción. Una corrupción que sólo ve en los demás, cuando en su propia fuerza política y sin haber tenido responsabilidades de gobierno, ya se han producido unas cuantas: Monedero, Errejón, Tania Sánchez y Ramón Espinar –sí el de las Coca-Colas y el piso de protección oficial-.

 

Enfrente, tiene a un Rajoy, que pese a la corrupción investigada en su partido, sigue siendo primera fuerza, según todos los sondeos; con la economía en clara mejoría y que ha sabido unir a otros grupos en torno a su proyecto, soportado por un partido sin fisuras. Por otra parte, los casos de corrupción en el PP no están quedando impunes. Y el pacto de legislatura con Ciudadanos fortalece esa tesitura.

 

Pablo Iglesias está, por el momento, más aislado en el Congreso de los Diputados, que el presidente del Gobierno. Yes que la de Pablo Manuel Iglesias no es más que la crónica de una muerte anunciada desde que los electores le volvieron a poner en su sitio, como tercera fuerza política en el Congreso, con un millón de votos menos, pese a haberse presentado con Izquierda Unida.

 

Se debería calmar, porque a veces, actuar con prisas tiene consecuencias inesperadas, como le ha ocurrido con el autobús, fletado por Podemos, en el que un juego de palabras da un resultado inesperado: Pablo Iglesias es al Tramabús como el Tramabús es al grupo Hazte Oír; luego Iglesias es al grupo radical de derechas Hazte Oír. Inquietante ¿no? Pues más inquietante es referirse a la Constitución como la entronizadora del Régimen del 78.

 

Apriétatelosmachos

 

Madrid, 20 de mayo de 2017

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