Aunque esté en tiempo de descuento, es imprescindible que el Gobierno ponga ya en marcha todo un paquete de medidas para frenar la sangría del paro. Porque la realidad, sin embargo, no entiende de previsiones, por muy bienintencionadas que éstas sean y se anuncien con un exceso de optimismo. El pasado 1 de agosto, Eurostat volvió a recordarnos que somos los campeones europeos del paro: mientras en el conjunto de la UE el desempleo se estabiliza en el 9,9%, en España sube hasta alcanzar el 21%. Los datos de septiembre son demoledores y se sigue sin tomar decisiones, antes al contrario, se culpa a quien toma alguna de las más necesarias como es intentar reducir el desbocado gasto de las autonomías.