Ante la avalancha de sucesos delictivos donde se ven implicados jóvenes e incluso menores de edad, es fácil caer en la tentación de la siempre odiosa generalización, y así escuchamos muchas veces aquello de: “esta juventud no tiene arreglo”, “sólo piensan en divertirse”, “no tienen cerebro”, “sólo se quieren a ellos mismos”, “van a acabar todos muy mal”, etc.
Pero incluso reconociendo que ello se da en muchos casos (ahí están los medios de comunicación para dar fe diariamente del asunto), no es menos cierto que por cada “villano” hay muchos “héroes” anónimos que luchan cada día por labrarse un futuro a base de su esfuerzo y el de sus padres, y que sueñan con construir una sociedad mejor, verdaderos héroes que llegan incluso a convertirse en mártires, como es el caso del joven de 23 años Daniel Oliver Llorente, que no dudó el pasado 17 de octubre en acudir a auxiliar a una mujer que estaba siendo agredida por su pareja en la vía pública en un pueblo de Valencia, recibiendo un puñetazo del “presunto villano” y falleciendo unos días después como consecuencia del golpe recibido al desplomarse en el suelo.
Mi abrazo más fuerte para sus padres, familiares y amigos, con todo el ánimo, afecto y comprensión de un padre con hijos en la edad de Daniel (q.e.p.d.), y una llamada de atención: la violencia hay que atacarla de raíz, tanto por el Estado y los Organismos competentes (¿qué está pasando con la seguridad en las calles y en los servicios públicos?), como por los ciudadanos en su conjunto, sin dejar de acudir en bloque a ayudar a cualquier persona que se vea atacada, pues la próxima vez podemos ser cualquiera de nosotros o de nuestros seres queridos los agredidos.
