Recientemente se ha inaugurado un complejo en el que varias familias van a acoger a madres solteras e hijos desamparados. Hasta aquí todo parece muy loable; sin embargo hay que recorrer las instalaciones y darse cuenta de que varios acondicionamientos indignan al más pintado.
El equipamiento cuenta con un edificio de cuatro alturas para albergar a tres familias acogedoras, donantes de su apoyo; una piscina; una cancha polivalente de baloncesto y fútbol sala, iluminada con cuatro focos de gran potencia, que ya quisieran las municipales; zonas diáfanas; zonas verdes con árboles y plantas, que con el tiempo harán de guardianes de la intimidad y el aislamiento y una capilla.
Cuando todos esperábamos un templo para la parroquia de Nuestra Señora de las Rosas, actualmente en régimen de preinstalaciones y raquíticamente pequeña, nos hemos llevado una desilusión; pero el Ayuntamiento ha optado y habría que saber por qué, por una zona de lujo que a todas luces hará del terreno que ocupa un espacio infrautilizado.
Ciñéndonos a la capilla, cabe preguntarse si los niños y madres desamparados no pueden ir a las parroquias del barrio o es que aquella va a servir para recogimiento católico pero sectario.
En fin, la nueva obra me recuerda los ranchos religiosos de EEUU y donde se podría haber creado una edificación notable para esas familias; pero también un templo grande y un equipamiento deportivo para uso de los vecinos del barrio, se ha optado por el lujo y aislamiento. Por si fuera poco nadie sabe quién está detrás y, además, ya han empezado a pedir donativos de hasta 3.000€.
