El pasado 26 de septiembre quedaron oficialmente disueltas las Cortes y finalizada la novena legislatura. Con este hecho ha terminado un período legislativo sombrío en la reciente historia de España. Supongo que estarán de acuerdo conmigo en que desde mayo de 2010 el Congreso y el Senado se han visto afectados por un Gobierno que ha ido promulgando compulsiva y desordenadamente decretos leyes que intentaban responder a las exigencias de la Unión Europea, del mercado y de la mal gestionada crisis. La actividad legislativa desde ese momento ha consistido, sobre todo, en convalidar con mayorías raspadas decisiones del Ejecutivo que no respondían a plan alguno y que se iban tomando sobre la marcha. Pienso que la disolución de las Cortes ha llegado tarde, tres meses después de que se anunciaran elecciones anticipadas.