El portavoz del grupo municipal socialista, Jaime Lissavetzky, ha criticado el modelo de gestión que ha impuesto el gobierno de la ciudad en el Conde Duque y que consiste en “alquilar sus salas a cualquiera que quiera realizar un evento, sea o no sea cultural”. Entiende el concejal que “poner tarifa a todos los m2 del Conde Duque es convertir un espacio cultural en un salón de bodas, bautizos y comuniones” y reclama que el Conde Duque sea de todos los madrileños “porque para eso se ha reconstruido con los impuestos de todos”.
En el último consejo de administración de Madrid Arte y Cultura, S.A. (MACSA), la mayoría absoluta del PP decidió que en este centro cultural se alquilara una sala de ensayo para danza, por 2.000 euros al día; el vestíbulo, por 14.000 euros al día; el patio central, por 20.000 euros al día; el teatro, por 2.500 euros al día; las zonas de la cafetería, por 8.000 euros al día; la sala de columnas, por 10.000 euros al día y sala de bóvedas, por 10.000 euros al día. “Este modelo es una copia del despilfarro de Cibeles, que nunca rentabilizará los 500 millones de euros que costó su remodelación, por más que la galería de cristal se alquile a 35.000 euros”, advierte Lissavetzky.
En ese mismo consejo de administración no se precisó los meses en que esos mismos espacios tendrían que contar con programación, sino que se planteó la cesión por un año a MACSA e incluso se mencionó la posibilidad de contar con una cocina para atender caterings. “Pero de cultura, de exposiciones, de compañías escénicas, de conciertos, de la actividad que ha hecho de Conde Duque lo que es hoy para todos los madrileños, de eso no se habló nada”, apostilla el portavoz socialista.
El PP explicó en el ya mentado consejo de administración que solo cuentan con 600.000 euros para la programación de todo el año en este centro cultural, cifra que no llega ni a la mitad de lo que costó, por ejemplo, un solo espectáculo teatral: “Follies”. “Es paradójico que en gastos de personal inviertan casi la misma cantidad, 500.000 euros, en profesionales que prácticamente no van a programar nada, salvo en alguna de las temporadas de festivales. Todo esto ha generado un gran malestar en los colectivos de la cultura y en el grupo municipal socialista, que llevaremos a debate a las Comisiones y al Pleno del Ayuntamiento”, concluye Lissavetzky.
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