“Esto es prehistórico”, “estamos indignados”, “esto es tercermundista”… Son sólo algunas de las quejas pronunciadas por los ciudadanos que acuden a renovar su DNI en la ocicina de tramitación de la calle Santa Engracia. La nueva burocracia ha convertido este trámite que antes no suponía problema alguno en toda una misión imposible. Largas esperas y colas interminables afectan a diario a centenares de personas que, indignadas, no dudaron en cortar la calle hace algunas semanas para protestar contra esta situación. Aseguran además que la saturación es tal que la máquina que concede los números se estropea con frecuencia, lo que duplica aún más el tiempo de espera. Algo incomprensible en plena era de las tecnologías.