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Una policía confirma que se captaban yihadistas en la mezquita de la M-30 de Madrid

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Una inspectora de la Policía Nacional ha confirmado hoy en el juicio de nueve acusados de pertenecer a una célula de reclutamiento de yihadistas que en la investigación se detectó su actividad de captación en el entorno de la mezquita de la M-30 de Madrid.

La Audiencia Nacional ha reanudado hoy la vista de los presuntos miembros de la Brigada Al Andalus, radicada en Madrid y desarticulada en 2014 en la ‘operación Gala’, que supuestamente recaudaba dinero en la mezquita de la M-30 para financiar sus actividades de adoctrinamiento y envío de muyahidines a Siria e Irak.

El fiscal pide ocho años de cárcel por integración en organización terrorista para ellos, aunque para el considerado «líder carismático» de la célula, Lahcen Ikassrien, que estuvo preso en la base estadounidense de Guantánamo, solicita once años y medio, al considerarle dirigente y acusarle también de falsificación de documento oficial.

A Siria a ser mártir

En la sesión de hoy ha testificado una inspectora de la Policía Nacional que participó en la investigación. Ha relatado que la Policía recibió el aviso de la mujer de uno de los captados de la intención de su marido de ir a Siria y convertirse en un mártir.

Dicha mujer había detectado que su marido había cambiado a raíz de que se reuniera con ciertas personas en los alrededores del centro cultural islámico de la M-30, en concreto con un tunecino del que dijo que era «muy entendido en temas religiosos», ha indicado la testigo.

La inspectora ha explicado que la Policía descubrió que este tunecino era Hedi B., otro «líder carismático» que fue juzgado en el Reino Unido tras el atentado en el Metro de Londres y que mantuvo encuentros en 2013 en los alrededores de la mezquita de la M-30 con el acusado Lahcen Ikassrien.

La actividad de la célula se desarrollaba en el entorno del centro cultural islámico de la M-30, con reuniones en la cafetería y en el parque del recinto, así como en una tetería de Torrejón de Ardoz (Madrid), una finca en Santa Cruz de Pinares (Ávila), la zona del madrileño embalse de El Atazar y el domicilio de un acusado, ha detallado.

Ha comentado que el papel de las mujeres de los captados era importante a la hora de que decidieran desplazarse ya que se iban con toda la familia, y ha dicho que algunas estaban a favor y otras en contra.

Varias claves en un diario

La testigo ha destacado que en el registro del domicilio del marroquí Abdeslam E.H. se encontró el diario de su mujer, una española con la que tiene dos hijos, que refleja el perfil de este acusado.

En concreto ha leído la parte del diario en la que la mujer se queja del control férreo a la que es sometida por su marido que obligaba además a los niños a rezar y que no les dejaba ni ir a la playa ni al cine, ni ver películas ni poner fotos en la casa.

En el diario la mujer añade que a él no le gusta la ropa que ella usa, que no puede tener amigos hombres, ni salir con amigas ni sola y que permite a los niños tener libros únicamente religiosos y termina diciendo: «No aguanto más», «me estoy enterrando viva».

Entre el material incautado en la operación se encuentran vídeos sobre entrenamientos del Estado Islámico, algunos con adoctrinamiento incluso de niños y otros grabados en España en los que los implicados realizan ejercicios en el campo y hacen referencias a que son muyahidines.

Ha relatado varios casos de desplazados tras ser captados por esta célula, entre ellos el de un iraní que tenía un buen nivel económico y que «de repente empezó a decir que no le importaba morir» y se compró un todoterreno con el que emprendió viaje a Siria.

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