Gracias a una inversión de 370.000 euros, los trabajos de recuperación del muro histórico de Casa de Campo fueron culminados tras nueve meses de obras.
Las rejas y tajamares, así como la tapia de ladrillo y mampostería con cubierta de granito, ya lucen de nuevo como cuando se construyeron en 1769, por orden de Fernando VI.
Para ello fueron utilizados materiales con las mismas características que los originales, los cuales ya estaban en su mayoría deteriorados o a punto de caerse.
José de la Ballina, colaborador de Sabatini y autor del Palacio del Capricho, fue el ejecutor del proyecto de la Reja del Antequina, mientras que el arquitecto Pedro Rodríguez estuvo a cargo del muro primigenio.
Protegerlo de los efectos del agua fue precisamente el primero de los tres actos en los que se dividió la obra. Para ello se consolidaron los muros y tajamares, se recuperaron los aliviaderos y se retiró la tierra acumulada en las inmediaciones.
Luego vino lo más difícil: eliminar las manchas, algas, musgos, hierbas y zarzas del muro. Esta segunda fase se centró en reponer las piezas que faltaban, y consolidar los elementos removidos o fracturados, frenando así la degradación de la tapia y reparando sus desperfectos.
Por último pero no menos importante, se señalizaron los accesos a las zonas más recónditas con carteles informativos, para facilitar así el reconocimiento de los lugares históricos.
Este tercer eje de la obra sirvió para acondicionar y fomentar el respeto y la valoración de la Casa de Campo, catalogada como Bien de Interés Cultural.
