Así lo ha manifestado Rollán tras visitar las obras de un parque en Colmenar, después de que la Cadena SER apuntara que un informe de la Consejería de Transportes alerta a Metro de que las últimas obras de impermeabilización -que costaron 2,7 millones de euros- no han acabado con las filtraciones de agua. Rollán ha justificado que en el terreno por el que discurre la línea 7B hay una presencia «muy importante» de unas sales, denominadas salitas, que tienen una capacidad de disolución de 370 gramos por litro y que, al producirse movimientos del agua, dan lugar a una «paulatina degradación del entorno».
Según el presidente en funciones, «no existe en el mundo entero un solo túnel que sea absolutamente impermeable», ya que todos tienen unas «mínimas filtraciones» que tratan de solventarse con los sistemas de canalización y de recogidas de agua. No obstante, Rollán ha insistido en que la Comunidad «siempre ha dicho, desde el primer minuto», que esa línea requeriría de «un especial programa de mantenimiento de conservación», con el fin de contrarrestar los efectos que esta situación pudiera producir.
Y ha explicado que las tareas emprendidas «se llevaron a cabo en un tramo muy determinado del túnel, y forman parte de la más absoluta normalidad». Metro de Madrid reabrió el 15 de septiembre el tramo entre las estaciones de Hospital del Henares y Estadio Metropolitano de la línea 7b (MetroEste), que permaneció cerrado desde el 16 de junio para impermeabilizar el túnel y evitar filtraciones de agua en algunos puntos de la línea.
