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Suspendidas las clases de Jiu-Jitsu en una cárcel de Madrid

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La dirección del centro Penitenciario de Madrid III, en Valdemoro, ha decido suspender el curso de Jiu-Jitsu, una modalidad de arte marcial de origen japonés, que se había organizado para los internos después de que el preso que lo iba a impartir fuese sorprendido con droga y un teléfono móvil. Así lo denuncia la Agrupación de Cuerpos de Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), quien ya denunció en agosto que esta actividad estaba prevista también para reclusos del módulo de máxima seguridad donde se encontraba un condenado por pertenecer a Al Qaeda.

Según explican, la dirección del centro "se vio obligada" a suspender las clases de artes marciales para todos los internos cuando el pasado día 6 se sorprendió al preso encargado de enseñar Jiu-Jitsu con "una cantidad considerable de droga (una bellota) y un teléfono móvil (artículo prohibido en prisión)". Portaba ambas cosas en su bolsa de deportes y se le incautaron después de ser cacheado por los funcionarios de vigilancia.

Así, "el interno profesor" de artes marciales fue cambiado de módulo y será sancionado por la Comisión Disciplinaria por posesión de artículos prohibidos y de momento no podrá volver a enseñar a los presos al retirarle la confianza que en él había depositado. Se trata de un interno de origen brasileño y conocedor de varias modalidades de artes marciales, entre ellas la de ‘vale tudo’ un arte marcial especialmente popular en algunos países de América como EE.UU o Brasil donde no hay ninguna limitación a la hora de golpear al rival.

El sindicato de funcionarios denuncia que "lo más grave es que el Jiu-Jitsu es una disciplina que enseña a los alumnos a zafarse de las cuatro llaves básicas que Instituciones Penitenciarias enseña a los funcionarios en prácticas y en los cursos que anualmente imparte a algunos funcionarios. Además también enseña a utilizar luxaciones o roturas de las articulaciones o estrangulaciones".

Este curso ya había provocado las protestas de los funcionarios antes del verano ya que la idea inicial del centro era impartir estas clases también en el módulo 4 de la prisión, reservado a los presos más peligrosos que cumplen su condena entre medidas de máxima seguridad.

Entre ellos se encuentra Abdul Kayata, quien fue condenado por pertenecer a la célula española de Al Qaeda, donde se encargaba de captar y formar muyahidines para la yihad o la guerra santa y ya domina otras técnicas como el King Boxin o el Kun fu. Finalmente el curso no se llegó a impartir a este tipo de internos.
 

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