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De botellón con 12 años

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La muerte por un coma etílico de una niña de 12 años en la localidad madrileña de San Martín de la Vega ha conmocionado a sociedad española, especialmente a padres y profesores. ¿Cómo es posible que algo así haya sucedido?. Aunque los expertos señalan que este caso es «excepcional y único» también apuntan que es frecuente ver a menores ingresados por intoxicaciones etílicas en las Urgencias de los hospitales los fines de semana.

Luctuosos sucesos como éste vuelven a recordarnos que el alcohol, a pesar de ser un hábito firmemente implantado y aceptado socialmente como elemento imprescindible en cualquier fiesta –e incluso iniciático en el paso de la niñez a la edad adulta–, no deja de ser una bebida tóxica con importantes efectos secundarias y primera causa de adición en España.

No obstante, los jóvenes consideran que el alcohol es la sustancia menos nociva de todas las drogas y por ello cada vez es más temprana la edad de inicio de este consumo, que actualmente se sitúa entre los 13 y los 14 años en Madrid. Además, las últimas encuestas indican que ocho de cada diez escolares ha bebido alguna vez alcohol y el 30% afirma que se ha emborrachado en el último mes. Por sexo, ellas consumen más que ellos y también fuman más. Pero el problema no es tanto la edad de inicio como un cambio de patrón hacia un inicio de ingesta no progresivo, sino de golpe: el famoso botellón de los fines de semana.

Las únicas estadísticas de las que disponemos sobre este fenómeno son las multas que interpone en la capital la Policía Municipal de Madrid. En agosto, el último mes con datos, sólo sancionaron por beber alcohol en la vía pública a 9 menores, frente a 2.389 adultos, un 0,3% del total. Estas cifras no reflejan que los adolescentes no beban, sino que lo ocultan. Beben alejados de los adultos pero con la complicidad de alguno para comprarles las botellas. Consumen alcohol de baja calidad porque no disponen de mucho dinero y lo hacen en sitios recónditos, como el cerro donde se intoxicó la niña de San Martín de la Vega. Es el llamado morbo del peligro de las primeras veces.

Ante esta problemática hay varias soluciones posibles. La más lógica y solicitada es que las administraciones incrementen las actividades deportivas y culturales que fomenten alternativas de ocio saludable entre los más jóvenes. Pero la experiencia demuestra que esto es importante pero no suficiente. De hecho, no es difícil encontrar casos de chavales que son buenos estudiantes o deportistas y que además, los fines de semana, van de botellón porque van sus amigos. Ante esta realidad, un grupo de expertos es partidario de incrementar la seguridad e incluso aumentar la edad de consumo de alcohol hasta los 21 años, como en Estados Unidos. Otros profesionales apuestan por trabajar más en el uso responsable de alcohol y no sólo en la prohibición con el fin de revertir la dañino dinámica de «beber como fin en sí mismo». Y es que emborracharse no debe ser sinónimo de diversión entre los más jóvenes.

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