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El peligroso juego del metring

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El último siniestro ocurrió hace unos días. Un adolescente de 13 años entró con prisas en la estación de Miguel Hernández, en la línea 1, cuando el tren ya había cerrado sus puertas y arrancaba.

Según las imagen, el chico subió al tren en marcha colocándose en la zona de enganche entre los vagones, algo que está terminantemente prohibido. Unos 30 metros después se precipitó a las vías, bien porque no se había sujetado fuertemente o porque el tren pilló una curva y el joven se desestabilizó y cayó. En ese momento, fue arrollado por el tren, que le seccionó las dos piernas. 

Pero el fenómeno del Metring no es nuevo. Desde los años 90 se han registrado numerosos accidentes provocados por estas prácticas temerarias. Por ejemplo, en 1992 Miguel Antonio, un niño de 11 años, se saltó las clases del internado donde estudiaba para ensayar este juego. Algo salió mal y tuvo un accidente entre las estaciones de Cuatro Caminos y Quevedo. Perdió media pierna y el bazo.
 

Dos años después Domingo, de 25 años, murió tras ser aplastado por un tren cuando saltaba de un compartimiento a otro a la altura de la estación de Alvarado. En julio de 1996 David, de 19 años, también cayó a las vías mientras practicaba este juego, y la máquina le seccionó el pie y le trituró la pierna izquierda. 
 

Ya en este siglo, en diciembre de 2001 un joven de 25 años perdió la pierna derecha al ser arrollado en la estación de Iglesia. En 2013 en la misma estación un joven falleció cuando cayó al suelo mientras pasada de un vagón a otro.
   

Las líneas más utilizadas para estas prácticas son la 1, 2, 3 y 4, donde circulan trenes más antiguos que tienen puertas entre vagones. Los jóvenes, la mayoría adolescentes, suelen justificarlas por la sensación de riesgo y adrenalina que le provoca viajar en los acoples de los convoyes.
 

No todos son imprudencias, ha habido algún accidente, como el de Marcos, ocurrido en 2006. Se apeó en la estación de Ópera y, al darse cuenta de que se había equivocado, dio la vuelta sobre sí mismo para volver al tren. Pero en vez de al vagón saltó a esta plataforma, cayó a las vías, y el tren lo arrolló, perdiendo las dos piernas. Reclamó a los tribunales, que sentenciaron que Metro debería poner medidas de seguridad para evitar estas situaciones.
 

Sin embargo, la Comunidad de Madrid hizo caso a la petición de colocar mamparas en los andenes o cambiar los antiguos trenes por los nuevos en forma de oruga y, por tanto, sin acoples. De momento, la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad ha pedido a la dirección de Metro campañas y talleres para concienciar a los jóvenes sobre esta práctica. Porque la prevención es clave para que un estúpido juego te marque toda la vida. 

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