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‘Síndrome de Medea’ en Carabanchel Bajo

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Pocos crímenes son tan horrendos e impactan tanto a la opinión pública como que una padre mate a sus hijos. Algo que parece a todas luces contrario a la naturaleza de cualquier especie ocurre, por desgracia, de vez en cuando. Pasó hace escasos días en Carabanchel Bajo. Un padre degolló a su hijo de 19 meses y clavó un cuchillo en la espalda a su otro vástago porque “no quería que su madre les diera la mala vida que a él le había hecho pasar”. Así lo que dejó escrito en una nota de suicidio que no materializó, bien porque la Policía llegó a tiempo o porque, a la hora de la verdad, quitarse la vida es más difícil de lo que parece. Sea como fuere, volvió a intentar suicidarse dos veces en comisaría y acabó en la Unidad Psiquiátrica del Hospital Clínico, de donde salió hace unos días camino a la cárcel.

Y es que nadie que no esté mal de la cabeza o sea un psicópata puede cargar con la cruz de asesinar a su propio hijo y querer vivir para recordarlo. Afortunadamente, el otro pequeño mejora y está ya con su madre. Tiene cinco años, los suficientes para darse cuenta de que su padre les marcó su vida para siempre.

Este tipo de homicidios, también llamados infanticidios o filicidios son, en realidad, la forma más trágica y cruel de violencia de género. Casos en los una pareja mata a sus hijos para causar el mayor daño posible al otro progenitor, azuzada por los celos, el odio o la venganza. Y no es nuevo. Ya en la mitología griega aparece Medea, enamorada de Jasón (el de los argonautas) asesinó a los dos hijos comunes llevada por el despecho y los celos hacia a nueva preferida del héroe.

Desde entonces decimos que estos criminales padecen el ‘síndrome de Medea’. En España, una veintena de niños mueren al año asesinados por sus padres, más de la mitad por esta tipología, también denominada homicidio altruista y que afecta casi al 50% a padres y a madres. El máximo exponente de esta crueldad supina en el último lustro en nuestro país se llama José Bretón, condenado a 40 años de cárcel por matar a sus hijos Ruth y José por “venganza hacia su mujer”, según el jurado, tras separarse de él. El reconocido criminólogo Vicente Garrido estudió el caso y concluyó que en Bretón confluía lo que se llama Tríada Oscura, esto es, rasgos psicopáticos como crueldad y falta de empatía; narcisismo; y maquiavelismo o tendencia a manipular a los otros para conseguir sus fines.

Veremos qué determinan los estudios psicológicos efectuados al infanticida de Carabanchel, pero no distarán mucho de los del cordobés. Su mujer también le había abandonado hace un mes por supuestos maltratos. Y la pena no será el destierro de la ciudad en un carro de serpientes aladas, como la de Medea sino, previsiblemente, más de una treintena de años con las alas cortadas.

 

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