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Diario de un zamorano de festivales: Viejas glorias y vacas bravas

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En realidad, pocos grupos destacaron el pasado fin de semana. Los estadounidenses Pixies, que ofrecieron su único concierto en España, fueron una de las excepciones. La banda liderada por Black Francis presentó el viernes su nuevo trabajo ‘Head Carrer’ e hizo vibrar a unos 25.000 asistentes con temas como ‘Here comes your man’ o ‘Where is my mand’, encadenados con momentos más suaves y quizás tediosos protagonizado por canciones como ‘Clasic Masher’. Por eso, colocar en el mismo escenario y a la misma altura a ‘La Casa Azul’ no fue de recibo. Un electropop petardo y lleno de arreglos electrónicos impedía escuchar las canciones de Milkyway. El volumen saturado, las luces extravagantes y el vestuario ‘retropetardo’ no ayudó.

Quizá no son “lo suficientemente indies” -lo mismo que le pasó a Fangoria el domingo- pero la mitad del público marchó en busca de las melodías pegadizas de Varry Brava -renombrados como Vacas Bravas por mi colega Fede- visto que no llegaba ‘La revolución sexual’, por lo que estaban la mayoría.

El sábado fue el día grande y no precisamente tampoco por los grupos españoles. Franz Ferdinand sí revolucionó a los ‘lowers’ con temazos como ‘Take me out’, ‘Matinee’, ‘Do you want to?’ o ‘Know you girls’. Un concierto soberbio, como apuntaba Gemma, tanto por su contundencia, sonoridad, calidad de directo, profesionalidad y amplitud de repertorio. Con dos miembros nuevos en la banda, actuaron compactos y potentes. Viejas glorias contra vacas bravas. Sólo hay que fijarse en el batería.

DENTRO VÍDEO DE FRANK FERDINAND: https://www.periscope.tv/w/1ZkKzOzNQVXGv

Ahí tenemos a Sidonie. Cuando un grupo alarga las canciones, las versiona sin motivo y te cuenta una película entre tema y tema sólo pueden ocurrir dos cosas: o que no tengan repertorio (propio de grupos que empiezan) o que no quieren trabajar. No pueden decir que se van 15 minutos antes de la hora de cierre programada para luego jactarse de ofrecer tres nuevas canciones gratis. No, hija, no, no cuela. Te hemos pagado una hora y tienes que cumplir una hora. Como lo cortés no quita lo valiente, es justo reconocer a Marc Ros su giño a bandas españolas a través de ‘Carreteras infinitas’, con especial mención a Supersubmariana, que se recuperan poco a poco del terrible accidente de tráfico que sufrieron.

Aunque los murcianicos Viva Suecia y Neuman estuvieron a la altura de lo que se les exigía y Delorean pasó desapercibido, el punto sobre la i del sábado y quizá del festival lo puso The Hives, otros rubios pero esta vez suecos que descubrí en un Low allá por 2014 y que aún recuerdo saltando por las barras del escenario. Esta vez también hicieron un poco el tonto y su líder, Pell Almqvist, probó (hasta el hartazgo en momentos) sus clases de español, entre hit y hit como ‘Main Offeder’, ‘Tick Tick Boom’ o ‘Die, Allright’. El punto negativo: los horribles trajes que lucieron todos los miembros del grupo a colores blanco y negro por extremidad. Todo a 30 grados y con un polvo en el ambiente que se parecía más a un encierro taurino por el campo de mi pueblo zamorano que a un escenario de música en directo.

¿Y qué pasó el domingo? Debió de ser muy flojo porque sólo han pasado algunas horas y apenas me acuerdo. Ahh, sí, tocó Lory Meyers, otra vez Lory Meyer, sí. Más de 20.000 personas, con el público más femenino del festival en proporción de dos mujeres por un hombre, botaron con sus canciones más conocidas y que todo una generación sabe (sabemos) tararear. Poco más allá de lo correcto. Y tras la cena con un Xoel López al fondo, a veces nostálgico a veces vanguardista, llegó el turno del rock también sueco de Mando Diao, que se esforzaron por alcanzar el apoteosis festivalero de los Franz del día anterior. No lo consiguieron. Cada uno tiene su estilo y su potencia, pero ambos firmaron una gran actuación.

También me pasé en un momento dado por el escenario Wilko, el de las promesas, para escuchar a Nunatak. Imposible oírles bien. El sonido del escenario de la marca de ron se los comía, a ellos y al resto. Un fallo de la organización. No se puede decir lo mismo del escenario de música electrónica, que durante los últimos años ha ido contando con cada vez más peña. Quizá en 2018, aprovechando el décimo aniversario, deberían reorganizar todo un poco. El excesivo polvo de los escenarios, las largas colas en los saturados y escasos puntos de entrada de las dos localizaciones principales, el maltratado escenario Wilco o la invasión de los vips son puntos a mejorar.

El cartel es otro cantar. Como decía alguna crónica que he leído, era más propio de 2007 que de 2017. Pero es que quizá somos los mismos los que seguimos yendo al Low, los puretas de Zamora o Madrid que se vienen arriba con las melodías que ya conocen. Y mientras reflexiono si vuelve al año pasado, emprendo la marcha al Arenal Sound de Burriana (Castellón). Allí me temo que la cosa pinta de otra manera y los treintañeros somos una especie en peligro de extinción. Mañana os cuento. 

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