Ni la ilusión de todo un país, ni tan siquiera el gran juego desplegado durante partidos anteriores permitieron que la Selección española pudiese jugar unos cuartos de final ante Brasil soñados desde la fase clasificatoria.
En esta ocasión, todos los aficionados que quisieron disfrutar en la calle del partido pudieron elegir entre la ya habitual Plaza de Colón, convertida en punto de celebración oficial de las victorias de España, y la Puerta del Sol donde también se colocó una gran pantalla, así que sobre las ocho de la tarde el centro de Madrid estaba tomado por camisetas rojas y cánticos de apoyo al equipo español. Entre las banderas españolas se podía ver cuerpos azules, tímidos al principio pero más visibles cuando acabó la noche y eran los únicos que podían festejar una victoria.
Con el pitido final las lágrimas borraron los colores de algunas caras, los brazos caídos acompañaban un silencio en el que se imaginaban los ecos de las horas previas al encuentro cuando el “A por ellos” se podía escuchar en cualquier esquina del país. Algunos decidieron vivir el luto en la intimidad de su hogar pero muchos más aficionados decidieron seguir en las calles, aprovechando el buen tiempo y celebrando que esta vez no, pero que esta Selección promete y dentro de dos años tienen una oportunidad de demostrarlo.
