Cuando se habla del IREF, lo hacemos de uno de los centros de tendencia liberal más importante de toda Europa. Uno de sus últimos estudios se centra a comprender el impuesto fiscal global de las empresas, una medida que pretende reflejar los diferentes tributos, tasas y cotizaciones que abogan las sociedades operativas en el continente europeo.
De todos es sabido que las empresas abonan el Impuesto de Sociedades, es el único impuesto al que se alude cuando se discute sobre la fiscalidad empresarial. No obstante, a esto hay que sumarle otros gravámenes que afectan de forma directa al empresariado. Por un lado se encuentra la cotización social, que corre por cuenta de la empresa y que implica un encarecimiento del factor trabajo. Por otro lado, está el pago de impuestos sobre la propiedad, indisoluble de la mayor parte del negociado.
Hay que contar asimismo con los gravámenes indirectos, como el IVA, que empeoran mucho las condiciones de venta de los productos al generar un encarecimiento de precios que no repercute en el balance empresarial sino que va a parar a las arcas públicas. Tomando como modelo los datos del Banco Mundial, el IREF calcula la contribución fiscal total de las pymes europeas. El resultado es demoledor para España, pues el 58 por ciento del beneficio antes de impuestos va a parar al pago de Impuesto de Sociedades, IVA y cotizaciones sociales.
