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César Cervera: «Después de la batalla de Lepanto, Juan de Austria se convirtió en una estrella mediática»

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El periodista César Cervera Moreno atendió a EL DISTRITO después del acto de presentación de su libro “Los Austrias, el Imperio de los chiflados”.

¿Por qué se llama “Los Austrias, el Imperio de los chiflados”?

No me gustaría que la gente pensara que en el fondo estamos llamándolos chiflados, locos o enfermos mentales. Cuando hablo de chiflados, lo hago en el sentido de chiflados geniales. Es un término en realidad familiar porque en el fondo yo les tengo bastante cariño. Los llamo así un poco en el sentido de “qué locos estaban pero sin ser peligrosos”. Eran más divertidos que peligrosos.

En el libro, en la parte de taras, sobre todo, remarcas mucho que la gente no identifique el libro con la parte de la Leyenda Negra porque en absoluto estás haciendo apología de ese término, corrupto y falso que nuestros enemigos nos han tratado de inculcar. ¿En qué parte del libro marcas todas esas diferencias para que el lector sepa que no es una apología a una falsedad sino simplemente anécdotas graciosas para conocer quién nos gobernó?

El libro intenta contar un perfil un poco desmitificando nuestros reyes pero sin regresar a los tiempos de la Leyenda Negra porque estaríamos desandando el camino. Es un término medio entre la Leyenda Blanca, que es una leyenda de estos reyes que al final no los llegamos a conocer y decimos que Felipe II era El Prudente cuando no llegamos a saber cuánto era de imprudente. Es un término medio entre la leyenda blanca más mitificada y la Leyenda Negra, que ofrece una imagen distorsionada de estos reyes. Felipe II no era un personaje cruel, ni un fanático religioso como ha vendido la historiografía anglosajona.

Dentro de todas estas chifladuras, ¿me puedes destacar la que más te ha llamado la atención?

Bueno, a mí me llama mucho la atención el personaje en sí de Felipe II. Todo el mundo imagina a Felipe II como un tipo muy serio, prudente, que nunca toma una mala decisión y lo que nos encontramos en realidad es a una persona que es un obsesivo compulsivo, una persona que está obsesionada con el papeleo, con la arquitectura, es una persona que quiere ser un secretario más del Reino, algo que es rocambolesco. Imaginarse al Rey con los ojos enrojecidos porque se pasa las noches escribiendo en los despachos, es un Rey que está supervisando una misiva que le ha enviado un grupo de monjes jerominos mientras está pendiente de la Guerra de Flandes. Era una persona tan obsesiva, que como le pida alguien hacer algo, interrumpe todos sus problemas. Es un poco surrealista imaginarse un Rey así. Y luego está el caso de El Escorial, que es un edificio imponente, hay que decir que él supervisó todos los planos, cada pequeño cambio que se hacía en los planos, Felipe II tenía que aprobarlos. Eso es insostenible, un Rey que está pendiente de ocho guerras, pendiente de redistribuir celdas o de levantar un edificio como un arquitecto más.

¿Podemos identificar a estos gobernantes con los políticos actuales?

No sé, es un poco peligroso. La gran diferencia entre estos personajes y los políticos actuales es que los políticos actuales están pensando en las próximas elecciones, piensan a muy corto plazo y estos personajes estaban obligados a pensar a largo plazo. En el fondo eran más responsables de lo que son estos políticos porque tenían una familia detrás. A los políticos de ahora no les importa ni si quiera su partido, a los políticos les da igual lo que dejan una vez que se van del cargo. No quiero generalizar pero el problema de los políticos españoles es que faltan estadistas.

El libro tiene un índice espectacular empezando por Juana La Loca. Afirmas en el libro que Juana La Loca sí estaba loca rompiendo el nuevo revisionismo que dice que no tenía problemas mentales, sino más bien amorosos. ¿Cree que Juana La Loca estaba loca?

En el caso de Juana La Loca, hay una corriente historiográfica reciente que la quiere vender como una víctima de los hombres, de su marido, de su padre y de, más tarde, su hijo. Pero está perfectamente documentado que Juana la Loca sí padeció problemas mentales. Posiblemente detonaron antes de tiempo, ella se vio en una situación de estrés, aislada de su familia en Flandes, con un marido que le era infiel. Para ella fue un choque cultural que su marido le pusiera los cuernos y encima con tanta publicidad. En España se daban casos de infidelidades, Fernando el Católico tuvo muchas amantes pero se hacía con discreción. En Flandes no había esa discreción. Eso detonó la locura de Juana, aunque esa locura ya estaba ahí. De joven fue una mujer melancólica y con los años esa melancolía mutó en esquizofrenia. A finales de su vida, cuando está recluida en Tordesillas podemos encontrar un cuadro identificable de esquizofrenia.

¿Podemos decir que el resto de los Austrias heredaron esa actitud criticable desde un punto de vista moral como fue el caso de Felipe IV que llegó a tener más de 40 hijos bastardos?

Bueno,  yo de Felipe I creo que estamos más bien en un tema de choque cultural, sí es verdad que la idea que ha trascendido es la de un hombre con un montón de amantes, pero más bien lo que choca en su caso es la liberalidad de la Corte de Flandes que choca con la de la Corte Castellana y quizás, hoy en día, a ojos modernos, tampoco nos parecería un hombre vicioso pero sí es cierto que el resto de descendientes fueron adictos a muchas cosas. En el caso de Carlos V, era adicto a la comida, de una gula absoluta (se decía que era bulímico) y a pesar de ello no engordaba.  Felipe II era una persona adicta al sexo aunque la imagen que ha trascendido es que es un hombre muy serio, muy regio y sin permitirse la menor quiebra. Tuvo bastantes amantes, la más documentada fue Isabel de Osorio, tuvo una colección erótica que le pidió a Tiziano, que es algo que siempre le avergonzó y que nunca contó a nadie. Se descubrió la colección a su muerte, cuando se hizo el inventario de los cuadros. Felipe III fue un ludópata y Felipe IV ya es el desmadre porque se encuentra un Madrid muy desmadrado donde la prostitución se disparó. Los f
ranceses decían que en Francia eran igual de viciosos pero sin propaganda. En Madrid se hace con mucha discreción pero el vicio está ahí.

Hay un Rey que fue maltratado por la historia, que fue Carlos II. Tú hablas bien de él, recuperas su figura. ¿Por qué crees que se ha maltratado tanto su figura?

Lo que intento con el libro es desmitificar los apodos y la imagen que tienen vinculados. Carlos V tiene una imagen impoluta y yo intento un poco sacarles las puntas, sobre todo su lado más humano, no el negativo. En el caso de Carlos II, lo que intento es contar una historia un poco diferente sobre un personaje al que se le tiene por un enfermo mental. Sólo se habla de sus enfermedades, todo el mundo le vincula con el hechizado, el endemoniado. Trato de sacar el lado positivo de Carlos II: en su reinado se vivió cierta recuperación económica, tuvo ministros reformistas, y él, aunque siempre se ha dicho que era una especie de pelele, manejado por sus mujeres y su madre, era una persona que combatió con su mujer para que no se llevaran el patrimonio artístico español de la península porque su esposa lo quería enviar a su hermano. Su mujer era un personaje muy oscuro.

Juan de Austria es un personaje leyenda en la historia española, hermano bastardo de Felipe II al que también tratas, marcando un aspecto humano y rompiendo también esa leyenda. ¿Por qué ese enfoque sobre Juan de Austria no siendo un Rey como tal?

La cuestión sobre Juan de Austria es que es un personaje especialmente abonado a que se le mitifique porque es un personaje militar que murió muy joven, que no tuvo tiempo de cometer ningún error en su vida. Al final hemos convertido a Juan de Austria en un mito. Me gusta deshojar ese mito y contar que tenía problemas personales. Era una persona que vivía siempre agobiada pensando que no tenía ninguna corona en comparación con su padre que a su edad tenía muchas. Él vivió agobiado por esta imagen, le gustaba camuflar sus canas, aparentar menos edad de la que tenía. Nadie se imagina al héroe de Lepanto preocupado por su edad, como una estrella mediática. Después de la batalla de Lepanto, se convirtió en una estrella mediática, la figura perfecta del príncipe perfecto.

¿Por qué hay que comprar este excelente libro?

Hemos hecho un libro que sobre todo es muy divertido, que contiene muchas divertidas anécdotas, con un lado muy humano de estos reyes y, todo ello con mucho rigor y sin volver a los términos de la leyenda negra. Parece que hago una imagen negativa de ellos pero son reyes que por otro lado, son geniales

 

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