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Edith Salazar: «La música no tiene fronteras, no tiene raza, es un lenguaje universal»

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Comenzamos hablando sobre ese concierto que tienes en Café Berlín el próximo 20 de enero. Lugar íntimo, propio para el género musical que te acompaña habitualmente ¿Qué intimidades vas a plasmar en el escenario?

Es un concierto diferente a lo que hago normalmente. En 2004 saqué un disco de boleros fusión -jazz, funky, bossa nova-. En cada concierto metía algún tema mío, pero este concierto va a ser sólo de mi música, seleccionando las canciones más significativas y emblemáticas. Además, se da la circunstancia de que el 16 de enero del año pasado hice 35 años de mi trayectoria en España y he querido recopilar toda esa trayectoria. El concierto es, por tanto, una biografía musical y existencial. No son todas las canciones, pero sí las que muestran mi recorrido musical y mi personaje. Si hay que definirlo es pop, pero relleno con funk, jazz, etc.

 

Viendo la variedad de palos musicales que tocas ¿En qué géneros te sientes más cómodas?¿Por qué has elegido estas canciones?

Me he dejado guiar un poco por los momentos en los que fueron compuestas, el nivel emocional y qué mensaje transmitían. He intentado escoger esa franja poética, con letras más líricas, y que tuviesen la posibilidad de ser montadas rítmicamente. Estoy con una banda ecléctica y va a sonar muy rico, muy sabroso. Va a ser un concierto diferente y la gente se va a llevar una sorpresa.

No soy demasiado nostálgica. Qué duda cabe que el oficio de llevar tanto tiempo en la música hace que te revises. Llevo mucho tiempo retrasando este proyecto. Siempre había un motivo para trabajar sobre mis canciones. Es un pequeño reto que me he puesto. No me quiero morir sin plantear este proyecto.

Es muy personal y ando buscando el disco de estas canciones. Es un primer contacto con el público y necesito ver su respuesta a través de este recorrido musical. Es importante hacer las cosas por uno, pero fundamentalmente para el público. Lo que realmente quiero es grabar este material con la gente que me acompaña.

 

En una entrevista en 2005 hablabas de lo abierta que era la ciudad de Madrid para con la música cuando llegaste en el año 85. En 2005 ya había cambiado un poco la situación ¿Y ahora?

No es la mejor, pero hay posibilidad de tocar. Ahora vamos a taquilla y a todo riesgo. Sigue habiendo sitios como Café Berlín, el Junco, el Galileo, Clamores… Para mí es una vuelta a los bares, ya que hasta ahora he tocado en teatros. Se trata de volver a un formato que me dio de comer, con locales entrañables. También quiero sentir el feedback emocional entre artista y público, que es increíble. En el pub hay otro tipo de comunicación, donde el artista cada vez que sale se prueba a sí mismo. Esto va a ser muy interesante para mí, mis compañeros y, creo, para el público.

 

¿Cómo ha sido ese proceso de preparación para saltar a este tipo de escenario?

La mejor forma es ensayar para disfrutar. Si hay algo que detesto es llegar al escenario con miedo o sin libertad. La única forma de tener libertad en el escenario es llevando los deberes hechos. Hay tiempo para todo si uno se organiza. Llevo agenda y calendario hasta en las horas de ocio. Soy responsable con mis compromisos laborales, porque si no, no podría vivir de la música. Dije que en enero me iba a dedicar a este proyecto y estar plena y tranquila en el escenario.

Eso es importante: llegar sin duda y con mucha tranquilidad. Estoy con músicos de una generosidad extrema y estoy contenta con el resultado. Más que nervios, es respeto por el público. Quiero estar tranquila y la única forma es ensayar. El artista que diga que no tiene nervios es que no está vivo. Los nervios son sinónimo de que estás vivo y de que sigues queriendo tener libertad en el escenario.

 

Haciendo un pasaje por tu biografía, uno se da cuenta de que en ningún momento has dejado la música. Hasta aprovechas las ondas radiofónicas para presentar a músicos

Me apasiona. Para mí es una forma de expresión. La música es mi casa. Además, enseño y hago pedagogía con ella. Igualmente, me encantan todas las artes: el teatro, el cine, literatura, la danza… soy una enamorada del arte y además soy melómana. La música es un lenguaje, algo más grande que nosotros.

 

También te hemos escuchado decir que hoy en día se intenta más ‘conquistar cosas’ que sentirlas ¿Hasta qué punto sucede con la música enlatada que nos acompaña en cada rincón?

Eso está relacionado con el negocio de la música. Juntar ambos términos ya es un error. Qué duda cabe decir que los músicos vivimos de ella. La música no se toca, por eso los instrumentistas nos aferramos a nuestros instrumentos; la música es algo espiritual, sin fronteras, no tiene raza, es un lenguaje universal. El sector que se dedica a arañar dinero de la música le da igual el sentir, sólo quieren sacar dinero. Les da igual tener a un chico no preparado, pero mientras haya publicidad… creo que hay que recuperar la esencia de la música.

 

¿Cómo se puede conseguir sin caer en elitismo de determinados géneros?

Creo que solo creando se puede generar, fusionándote con otros músicos. La única forma de combatir es hacer. Creo en el trabajo del músico, aunque pueda considerar que tiene mejor o peor calidad, pero siempre respeto el esfuerzo. Esto se lo digo a las personas a las que enseño: siempre les hablo de hacer continuidad en la música y permanecer dándole años al oficio. Hay muchos músicos, actores y bailarines que pasan hambre, por lo que cuando ves que hay gente que sigue, te emociona y envalentona.

 

Echando la vista atrás y a tu trayectoria, uno puede pensar que todo ha salido ‘que ni pintado’; sin embargo, para alcanzar el estatus que tienes ahora has tenido que aguantar cómo te cerraban en multitud de ocasiones las puertas.

He luchado mucho. Este país ha sido muy generoso conmigo. España es un país en el que si volviese a nacer, volvería. Yo le he dado también a España. He tenido que currármelo mucho, y lo sigo haciendo. Sigo trabajando durísimo. A menos que te suceda la suerte de dar un pelotazo con un tema, somos hormiguitas. Soy una obrera de la música. Lógicamente no tengo el mismo estatus que cuando llegué, pero sigo siendo una obrera.

No he tenido padrinos. Todas las noches iba caminando a pedir trabajo. Después de meses tocando a la misma puerta me dieron una fecha y, a partir de ahí, me dijeron que me pasase todos los miércoles. Yo si está en mi mano, ayudo a la gente. Por ejemplo, en mi programa de radio llevo fundamentalmente a músicos, y me da igual que no sean mediáticos y conocidos. En la medida de mis posibilidades, intento echar una mano. Habrá gente que cierre las puertas, pero yo no soy así. Todos empezamos gracias a una oportunidad. La música no es clasista, es muy generosa; no como los seres humanos.

 

Y para una persona y profesional de la música inquieta ¿Qué proyectos venideros tienes en mente?

Me gustaría dedicar mi energía a plasmar el proyecto en un disco. Estoy escribiendo también un musical y espero financiación para llevarlo. El musical me lleva tiempo, porque estoy perfilando el guión, y la idea y la música es mía. Fundamentalmente estos dos proyectos son el los que trabajo.

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