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Cancanilla y su disco ‘En mi delirio’: «Suena fresco, moderno y musical, pero suena flamenco»

En mi delirio Cancanilla

En mi delirio es el nombre del nuevo disco de Cancanilla, trabajo con el que recorrerá el cante jondo acompañado por un completo elenco de músicos de rancio abolengo. A través de En mi delirio, Cancanilla hace un pasaje por los cantes tradicionales, arrancándose por tangos, fandangos, seguiriyas y soleás. Todos los palos interpretados bajo un foco vanguardista, pero sin perder de vista la raíz.

 

El motivo de la entrevista no es otro que la presentación de En mi delirio. Me gustaría recordar tu figura, ya que se podría decir que el disco representa ‘tus bodas de oro’. ¿Qué alegrías te ha traído el flamenco en estos 47 años?

Lo de Cancanilla me lo puso mi padre cuando yo tenía 7 u 8 años. Había un bicho que era como un ciempiés que se subía a los árboles; como yo era un travieso y me subía por todos los sitios, mi padre se fue a mi madre y le dijo que este niño parecía una cancanilla.

Yo soy de Marbella y con 10 años ya estaba cantando y bailando en mi tierra en un tablao llamado ‘El Platero’. Con 16 años estuve con la compañía de José Greco, que tenía a unos artistas maravillosos. El Greco me dio de cantar y bailar y pude irme a América con esos pedazo de monstruos. Ahí empezó mi vida.

Cuando volví estuve con Lola Flores, en los canasteros de Manolo Caracol, recibí un premio nacional de cante en Córdoba… Me metí en el mundo de los cantes puros y buenos; cogiendo cosas de los grandes. Ese fue mi mundo a partir de los 16 años: trabajando en los tablaos de Madrid mientras estudiaba. Yo sabía que tenía que cantar.  De entonces a esta parte he tenido la suerte de estar con los grandes, como Camarón, Poveda, Fosforito, José Mercé… Gracias a Dios en el mundo del flamenco, honestamente, tengo un sitio después de tantos años.

 

Hablabas de ese periodo de estudio. ¿Qué hay de innato y qué de aprehendido en el flamenco?¿Qué es del talento sin el estudio?

 El flamenco es grandísimo, no tiene fin. Uno nace con un timbre y una condición, pero si no escucha las buenas cosas se queda en el ‘boom’ de lo que la gente oye; es decir, suena muy gitanito y flamenco pero no tiene conocimiento. Hay muy buenos ecos hoy en día, pero bajo mi punto de vista es muy difícil hacerse con esos ni estudiar.

 

Teniendo en cuenta tu experiencia ¿Cómo separar la pámpana del fruto flamenco?

Yo me metí de lleno en la época de oro. Esa época no va a volver a suceder. Yo hablo de hace 45 y 50 años. Siempre he aprendido escuchando, siendo una persona que se ha escondido en los rincones y ha amanecido escuchando a las grandes figuras. Yo lo he pasado de maravilla, porque cuando terminaba de un tablao -habiendo estado en todos los tablaos de Madrid-, me iba de juerga pero para escuchar todo lo bueno de guitarristas, cantaores y demás.

Eso es un mundo que llevaba en la cabeza. Al llegar a casa cogía mis cosas y me ponía con los cantes puros de mi cabeza. Ahí empezó mi mundo y comencé a estudiar. Estoy orgulloso de mi voz, honestamente. No es solamente escuchar e irte de juerga, sino que cuando estás en tu casa debes ponerte a uno u otro artista para que se haga grande en tu. Hay que aprender para hacer que el flamenco continúe donde debe estar.

El flamenco es tan inmenso e importante que uno no se puede quedarse en uno o dos momentos. Cuanto más escuchas más cosas hay. El flamenco es lo más grande que hay. Toda la música que está bien hecha es buena: blues, jazz, rock… Pero el flamenco es muy puñetero y difícil. Hay que estar las 24 horas machacando para conseguir dar un buen recital.

 

Se te suele encasilla en el cante ortodoxo, aunque también algunos subrayan las trazas vanguardistas en tu trabajo ¿Cómo lo definirías tú?¿Hasta qué punto eres purista?

 Siempre he sido una persona muy purista. Aunque en este disco, con mi amigo ‘Mocheta’ Losada (José Losada), da la casualidad de que hay tres temas con flamenco que incluyen arreglos musicales maravillosos. Suena musical, con unos arreglos con los que estoy encantadísimo.

 

Siempre se dice que el flamenco es un lenguaje universal. Con tanta mezcolanza de géneros de hoy en día ¿en qué momento se deja de hablar flamenco?¿cuál es ese punto que hace que ya no se pueda hablar de flamenco?

La raíz la tiene uno mismo. Con eso se nace, con las condiciones del eco flamenco. Yo pongo unos tangos En mi delirio que son una maravilla, con unos arreglos de grandes artistas y músicos; ellos son como yo, llevan la pureza en la sangre y hagan lo que hagan suenan flamenco. Yo sólo con abrir la boca sueno flamenco. Musicalmente el disco es algo maravilloso. Cada uno de los artistas tiene su forma pero a la vez suena increíble. A mi voz le va bien esa forma también: suena fresco, moderno y musical, pero suena flamenco.

Una seguiriya no le puedo meter nada más que una guitarra, igual que una soleá. A los tarantos no les puedo hacer nada. Hay una serie de cantes que se deben mantener como son. Son geniales, puros, y en los que no hay nada más que una guitarra. A mí lo que no me gusta es mezclar seguiriya con blues y jazz. No es que no lo vea bien, porque lo respeto.

 

Aprovechando que hablas de los músicos que te acompañan en este disco, aprovecho para subrayar que es la primera vez que te acompaña una banda en un trabajo de estas dimensiones. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Todos son flamenquísimos. Es la primera vez en mi vida que me han hecho todo lo que me han hecho. He engordado dos kilos gracias a estos compañeros, es una obra de arte. Le va a gustar a la gente y a todo el mundo del flamenco.

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