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Estefanía Leyva: «Recomendaría ‘¡Qué fácil es todo y cuánto lo complicamos!’ a todos los políticos»

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Vienes de una trayectoria personal ligada al periodismo. En un momento dado experimentas una serie de sensaciones que no sabes muy bien cómo afrontar. Para personas que atraviesan la misma situación pero aún no lo saben ¿Qué síntomas son los que te alertaron de que algo no funcionaba?

Realmente, el hecho de que sea periodista tiene todo el sentido del mundo, ya que a mí lo que me gusta es comunicar. Yo tenía un sueño desde los 14 años: Ser reportera, redactora, de servicios informativos. Lo tenía muy claro, estudié periodismo, y aunque me costó muchos años acceder a la cadena de televisión con la que empecé, tenía muy clara la misión.

Mi pasión era lo que me movía. Hay que tener clara cuál es tu pasión. Finalmente lo conseguí, lo trabajé y se me abrieron las puertas; también sé que hay muchas personas a las que eso no les pasa. Siempre me sentí muy afortunada y muy agradecida de haberlo conseguido. Fueron 13 años en los que trabajé en televisión y medios.

Llegó un momento en el que sentí en el que no me llenaba tanto. Podemos llamarlo monotonía o rutina, aunque era algo más fuerte que eso. Estaba dentro de mí y no lo entendía. Llegaron crisis personales, que es donde muchas veces haces el parón. A raíz de la muerte de mi madre tuve una grave crisis personal y ahí me replantee todo.

Se produjo mi salida de la tele y, por casualidad, sin tener muy claro lo que quería hacer, sentía que había perdido la vocación que había guiado mis pasos toda la vida. Tenía claro que quería seguir comunicando. En ese momento tenía esa sensación de que quería hacer algo que ayudase las personas. Es más, en mis años de televisión, lo que más me gustaba era contar historias de personas que tenían una historia.

 

“Al final los medios van muy deprisa y se abordan las cosas de manera superficial”

 

¿En qué momento te explota esta situación?¿Cómo se asimila?

Me costó. Más que monotonía, tenía la sensación de que las cosas se quedaban cortas. Al final los medios van muy deprisa y se abordan las cosas de manera superficial. Recuerdo historias puntuales de todo mi trabajo en televisión, abordando a personas que pasaban por situaciones muy complicadas, con verdaderos problemas.

La parte maravillosa era darle voz a eso y que de alguna manera consigan más visibilidad para alcanzar soluciones a su problema, pero había veces que me quedaba con la sensación de ‘ahora qué’. Yo cubría la noticia pero luego ya no sabía más de esa persona. Esa sensación la tuve durante mucho tiempo: había una parte humana que se me quedaba coja.

 

¿Quizá era porque se quedaba todo en lo profesional, no en lo humanitario?

Esa sensación la empecé a tener cuando iba a historias fuertes; al día siguiente ya había ‘reseteado’ y estaba en otras cosas, quedando pasada la historia. Eso me hacía dar vueltas a la cabeza, ya que el objetivo era encontrar esa parte humana.  Cuando salí de la tele no tenía realmente muy claro lo que quería hacer, pero sí sabía que quería hacer algo para ayudar a las personas. Esa fue una idea siempre dentro de mí.

Surgió la posibilidad de entrar en política, algo que a priori no tenía en mente. Dije ‘Bueno, el objetivo de la política es hacer leyes pensando en el bienestar de la gente… Los políticos tienen la posibilidad de cambiar vida’. La etapa política de tres años, también en la situación en la que justo el partido -Ciudadanos- hacía su expansión a nivel nacional, fue una vorágine total, volcada en cuerpo y alma… fue una fase que me aportó mucho a nivel profesional.

Pero pronto vi que no era la solución. Quizá tenía una imagen idealizada del mundo político. Desde dentro pude ver la otra cara de ese mundo político. Era una vorágine en la que tampoco había tiempo para pensar. Bastante con solucionar lo del día a día. Fue una etapa en la que me quedo con todo lo positivo que aprendí, pero terminé exhausta.

 

¿El término sería defraudada -con la política y el periodismo-?

No es defraudada la palabra. Al final para mí todo tiene mucho sentido. Al final es un plan perfecto en el que realmente a veces hay que soltar y confiar un poco para que también se puedan dar y producir las cosas, siendo tú el arquitecto. Hay también mucha ayuda, como la intuición -esa voz interna que todos tenemos-.

Creo que mis pasos han sido los correctos para llegar hasta aquí. Que me haya faltado esa parte humana era maravilloso para entender que era algo por lo que tenía que pasar, porque yo lo quería. Me enseñó muchísimo para llegar donde estoy. Igual que la política: era el paso previo para entender que donde quería realmente llegar es donde estoy ahora.

En febrero de 2018 tuve ese despertar espiritual que le ha dado sentido a todo y me ha cambiado la vida por completo, haciéndome entender que todo lo anterior me preparaba para estar aquí. Nunca diría defraudada, sino que ha sido un camino perfecto. Es tremendamente positivo: lo que antes no entendía ahora sí. He necesitado años, experiencias, vivencias para entender y llegar al punto en el que hoy veo muy claro que soy periodista y comunicadora, pero lo que quiero comunicar es esto.

 

Ese paso que diste, ese despertar espiritual ¿Cómo fue? Alguno puede pensar que te encontraste con un Hare Krishna que te cambió la mentalidad

Fueron años de estar pasando por procesos que muchas veces no entiendes y a los que intentas dar explicaciones más terrenales. Al final hay algo dentro de ti que te intenta enseñar otro camino. Eran años de búsqueda. Esto se produce después de la parte política, que me dio unos contactos muy buenos, y pasé unos meses en los que tuve que decidir cuál sería mi siguiente etapa.

Vi a mucha gente, me entrevisté con muchas personas dispuestas a abrirme las puertas de sus empresas, con buenas condiciones. Pero nada me llamaba en ese momento. En otro hubiese cogido esos trabajos sin duda. Realmente era una sensación de querer hacer algo que me hiciese vibrar y sentirme realmente realizada, pero no lo encontraba.

En una entrevista que me hicieron me dijeron: ‘Yo creo que aquí la cuestión no es el trabajo en sí, que no te falta, sino qué quieres hacer y tenerlo claro’. Me dio una pista y pensé que sí, que efectivamente necesitaba saber lo que quería para después poner los medios.

Decidí hacer un parón. La verdad es que no tenía mucha ambición, más que pasar un fin de semana conmigo misma, haciendo meditación, yoga, pero no mucho más. Surgió ante mí la foto de una persona que yo sentí que era ahí y me fui hasta Valencia, a las montañas, a hacer un retiro espiritual. Fue una experiencia que me hizo sentir algo por dentro que lo posicionó todo. Me dio claridad el conectarme conmigo misma. Tendemos a buscar fuera las respuestas que sólo tenemos dentro.

 

Quizá vivimos entre demasiados símbolos sin pararnos a pensar el contenido de los mismos

Totalmente. Vivimos desconectados. Todos somos como energía que estamos conectados con algo mucho más grande que nosotros, pero vives desconectado por el ajetreo de tu vida, tus problemas, en una vida mecánica. Entonces, tienes tanto ajetreo mental que es imposible que accedas a nada dentro de ti, porque luego no te deja y te dice que no tienes tiempo para eso.

Nos han metido en la cabeza que tenemos que ser productivos, que no podemos parar, que hay que tener resultados y al final ese ‘ego’ te convence para que no pares y no pienses si realmente lo sientes. Por su supuesto, esto no se trata de dejar toda tu vida, ya que hay que hacer las cosas con un sentido. Al fin hay que encontrar esa pasión que te hace vibrar.

Ahí empiezas a conectarte con tu verdadera visión. Ahí te empiezas a sentir feliz y eso te lleva al éxito. Hay miles de casos que ves todos los días: personas que se han reinventado, que se han puesto a hacer lo que de verdad sienten, y siempre les va bien, porque es lo que has venido a hacer.

 

¿Cómo se compagina lo espiritual con lo material -porque de algo tienes que vivir también-?

Viene de la mano. No se trata que de repente debes dejarlo todo. Al final vivimos en la tierra y efectivamente hay que vivir. Con tranquilidad, con calma, entendiendo las cosas, poco a poco, nada tiene que ser drástico. Es simplemente que tú empiezas cada día a vivir y sentir de manera más auténtica.

Siempre hay varios caminos para tomar una decisión. Al final es una manera de entender y equilibrar que somos seres espirituales viviendo una experiencia territorial. Realmente cada vez hay más personas que están despertando a una vida más consciente, ya que están hartas de sufrir ese estrés y esa locura que te deja exhausto y de lleva a sentir vacíos. Poco a poco vas trabajando en tu persona y conociéndola, y de ahí van saliendo los recursos.

 

“Creo que es vital preguntarte cuánta paz hay en ti. Ese es un termómetro importante”

 

Aprovechando que eres periodista: ¿Qué preguntas se deberían hacer las personas que están en esa situación?

Yo lo vengo pensando desde hace tiempo. Lo fundamental para encontrarse bien es la paz interior. La paz es un estado que debes tener y que no depende de las circunstancias. Creo que eso es vital: preguntarte cuánta paz hay en ti. Ese es un termómetro importante porque al final todo el mundo busca la felicidad y es un error, porque la felicidad es un estado y para que se produzca ese estado tiene que haber paz interior.

Eso te lo da el amor, pero el amor entendido en un sentido más amplio, de estar bien contigo mismo, y saber que estás actuando de la manera más amorosa posible. Eso significa que al final, donde hay amor no hay ego, que el ego al final es el miedo.

Ante las preguntas ¿Cuál es tu pasión?¿Qué te mueve?¿Con qué disfrutas? probablemente esas respuestas están dentro de ti. Tienes un don dentro pero piensas que es un hobby y entonces ahí vuelve a entrar el miedo y pensar ‘cómo voy a vivir de lo que realmente me hace sentir bien’. Hay que tener cierta valentía, ganas y un trabajo interior que te haga descubrir poco a poco qué es lo que hace sentirte bien.

 

… ¿un emprendedor espiritual?

Hay personas que te pueden guiar pero el trabajo está en uno mismo. Eso nadie lo puede hacer por ti, darte una serie de pautas, leer libros de auto ayuda, pero si no los pones en práctica, tu vida no va a cambiar. Hay que tener en cuenta que los pensamientos son manifestadores de la realidad: ves la vida en función de cómo piensas, de la interpretación de las cosas. Ese es un buen termómetro: ¿De qué pureza son tus pensamientos?

Si piensas en positivo, así lo vas a manifestar y eso es lo que vas a atraer. Hay que entender que es como una energía que vibra y tienes la capacidad de vibrar en positivo o negativo. Si las personas fuesen realmente conscientes del poder de los pensamientos y de que es una energía creadora, nadie tendría pensamientos negativos.

Algo que es muy complicado en un primer momento, porque el ego nos ha metido mucho miedo, se puede lograr poco a poco. Es como una cebolla a la que les quitas capas para acercarte al corazón, que es donde está la esencia y la luz que todos somos. Eso, llevado a todos los aspectos de tu vida, te cambia. Es un camino precioso, pero tiene un trabajo que sólo lo puede hacer la propia persona.

 

El libro, además de una biografía, ¿es un manual de instrucciones? Estás además embarcada en un segundo libro y Eternitif, proyecto con el que ayudas a las personas que se encuentran en esa situación

El primer libro ‘¡Qué fácil es todo y cuánto lo complicamos!’ es efectivamente, la primera parte, mi historia para que se entienda un poco ese recorrido y de dónde salgo y cómo llego, y a partir de ahí, la palabra manual me parece correcta porque de alguna manera es un ejercicio que te lleva a través de las distintas emociones para alcanzar ese estado de paz interior, de amor y tranquilidad que te cambia la vida.

Es una manual para la persona que busca respuestas, que quiere sentirse mejor. Las opiniones que me están llegando del libro son maravillosas. Las personas sienten que les ayuda. Creo que es ese manual para empezar un trabajo interior, personal/espiritual. De este libro va a surgir uno que está en creación: un juego para que tú mismo, de una manera práctica, puedas trabajar. Eso es algo que me parece interesante.

Con Eternitif intento aportar unas pautas a base de mi experiencia para que las personas recuperen su fuerza, su poder, y trabajen por ellas mismas. Es una guía, no crea una dependencia. Eternitif es el conjunto de todo: es el proyecto a través del cual canalizo toda la ayuda. Llegan a mi vida personas que quieren sentirse mejor, que quieren trabajar, y a las que estoy acompañando con mi experiencia de manera personalizada.

Voy a canalizar talleres y conferencias para empezar a trabajar con las personas. Eso es lo que hay hasta ahora, todo muy reciente y en pañales, pero creo que Eternitif tiene alma propia, con lo que creo que va a ir creciendo. Ese es el objetivo y yo estoy abierta a todo lo que va viniendo. Sigo aprendiendo todos los días, pudiendo dar a las personas todo lo que me llega.

 

¿Le recomendarías a algún político o periodista?

Se lo recomendaría a todos. Se lo recomendaría a todas las personas, lógicamente, pero a los políticos sin duda. Puedes, o no, creer en Dios, llamándolo como tú quieras, pero al final es algo más grande que nosotros a lo que estamos conectados. Los políticos, hasta que no estén conectados a algo más grande que a su propio ego nos impedirán avanzar a la sociedad que nos corresponde ser. De manera natural las personas tendrían que ser conscientes, espiritualmente, tener esa consciencia despierta y, fruto de ese camino interior, que llegasen a la conclusión de que están para hacer un servicio público para la sociedad.

No estaría de más hacer un coach antes de que accedan a su acta de diputado. Se lo recomendaría a todo ser humano. Yo al final, la política que he conocido hay personas maravillosas, muchas puras de corazón, pero son pocas también te digo. Al final he conocido la parte más humana: el poder, el ego, la influencia… mientras las personas estén llevándose por eso, no van a poder tomar decisiones que benefician de verdad.

Para que la sociedad pueda crecer debe ser a través de leyes de compasión, justicia, amor… Eso te lo da el trabajo interior. Creo que las personas deberían llegar a la política cuando sienten que hay un trabajo interior muy profundo y que están preparada para ello.

 

 

 

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