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Ignacio del Valle: «Hay cientos de testimonios que afirman que se calcula que 30.000 niños desaparecieron en la España de posguerra»

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 ‘Soles negros’ es la última novela de Ignacio del Valle (Oviedo, 1950), la cuarta con Arturo Andrade como protagonista. En este caso, la trama transcurre en la desasosegante y hermética España de posguerra, en la que el escritor asturiano teje una narración basada en el robo de niños. Ignacio del Valle recibió a EL DISTRITO y nos confirmó que también en nuestro país existen Madres de la Plaza de Mayo, aunque algunos se nieguen a aceptarlo…

El libro narra las andanzas de Arturo Andrade, su cuarta entrega, pero puede leerse de manera aislada…

Sí, la serie está concebida de tal manera que a partir de ‘El arte de matar dragones’, ‘El tiempo de los emperadores’ y ‘Los demonios de Berlín’, se puedan leer los ejemplares, las aventuras independientemente del orden que apliques a la lectura.

¿Cómo se podría definir a Arturo Andrades?

Hay muchas maneras de definirlo pero la que más me gusta es: “un hombre de corazón delicado con manos de carnicero”, un hombre con un montón de contradicciones internas, un montón de demonios internos pero que apela a valores que hoy en día son tan difíciles de sostener como la lealtad, el honor y ciertos principios que parecen que están pasados de moda pero que para él son importantes para mantenerse sereno.

La primera novela se ubica en la Guerra Civil.

Exacto. Se llama ‘El arte de matar dragones’ y cuento el traslado del Museo del Prado a lo largo de toda la Guerra Civil. Se desarrolla en 1939, en los estertores de la Guerra. Arturo Andrade tiene que encontrar una tabla renacentista que desapareció en un traslado del Museo del Prado, ya sabes que estuvo tres años rodando por España las 44.000 piezas de los fondos. La segunda parte, que se llama ‘El tiempo de los emperadores’ transcurre en 1943 en la División Azul y después, ‘Los demonios de Berlín’ se desarrolla en los últimos quince días de abril de 1945, en la caída final del Nacionalsocialismo. Es un episodio, que como en los dos libros anteriores, fue muy poco transitado en la novelística. También allí hubo españoles ahí metidos. Y, por último está ‘Soles negros’ que transcurre a partir de 1947.

¿Cuál es el hilo conductor de todas la novelas?

Siempre tuve en la cabeza ‘La Comedia Humana’ de Balzac, es decir, un ciclo de novelas que contara toda una época. En el caso de Balzac es Francia, en el mío España. El plan es ese, seguir escribiendo cada equis años sobre Arturo Andrade y sobre un episodio que sea poco conocido de la historia de España.

¿Qué hay de real y qué de verosímil en ‘Soles negros’?

Un 90% es real. Me invento pocas cosas en las novelas. Me invento la trama, me invento un muerto y algunas veces, algunos matices, pero en realidad todo está ahí, todo se encuentra en la historia, lo único que tenemos que hacer es escavar. Los personajes ya están en la historia y te dan unos argumentos muy completos.

Arturo Andrade es un hombre, con muchos demonios, poliédrico, pero al mismo tiempo es profundamente humano.

Claro. Yo utilizo los ojos de Arturo Andrade para transitar, a través de sus contradicciones, la historia o lo que el contexto en cada momento, novelo. Al ser un personaje poliédrico, al tener muchas contradicciones, al tener muchos ángulos, me permite leer la realidad de una manera mucho más subjetiva que si por ejemplo fuera un individuo más sesgado.

Llama la atención la frase que pronuncia Andrade sobre los periodistas: “Darle de vez en cuando una paliza a un periodista ayuda a tener una prensa razonable”…

Bueno, eso lo dice Andrade, no yo. En cualquier caso, hablamos en un contexto, en 1947. De todas maneras, él es muy explícito en la violencia pero hoy en día, como bien sabes, vivimos muchas formas de violencia contra el periodismo, que son mucho menos explícitas como por ejemplo la autocensura.

En la España de posguerra, la prensa era sesgada…

Completamente, la realidad se encuentra marcada por el poder. Los periódicos eran una herramienta del poder para conformar una determinada realidad que a ellos les interesa. De hecho, uno de los problemas que tiene Andrade a lo largo de toda la novela en ‘Soles negros’ es que tiene que luchar contra del establishment, contra unos mecanismos establecidos que funcionan solos. Uno de sus grandes problemas no es tanto encontrar al señor que ha cometido el asesinato como ir saltando las barreras que el mismo sistema le impone.

Parte de una idea: se calcula que alrededor de 30.000 niños desaparecieron vía Auxilio Social en la Posguerra…

Exacto. Y es algo que ha pasado desapercibido porque durante cuarenta años este país vivió en una dictadura. Determinadas cosas no convenían sacarlas de debajo de la alfombra. En ese sentido hay cientos de testimonios que afirman que se calcula, por lo bajo, que 30.000 niños desaparecieron.

¿Cuál era el mecanismo?

Era muy sencillo. Esta historia comienza en 1937, en plena Guerra Civil. En realidad yo lo que narro es un cuento de terror real. Cuando los nacionales ganan la Guerra, las cárceles se van llenando de madres e hijos de republicanos. Entonces, en un momento dado, las altas instancias toman la decisión de que toda esa masa desafecta tiene que formar parte del futuro estado franquista. Entonces, se determina que esto debe hacerse por dos vías: exterminio (literal o no literal) y por otro lado, reeducación. Aquí entra uno de los monstruos de la historia: el psiquiatra militar Antonio Vallejo Nájera. Este señor realizó un estudio en campos de prisioneros porque tiene la teoría seudocientífica de que existe un gen rojo que hace enfermar a la gente. Este señor bebió de fuentes eugenésicas nacionalsocialistas. La herramienta principal de esta reeducación es el Auxilio Social, la punta de lanza mediante dos patas: la educación directa con parámetros militares y adoctrinamiento religioso, y por otro, la adopción o prohijamiento evidentemente por gente afín al régimen. Esto comienza a funcionar, se crean dos leyes para que esto funcione legalmente: una orden ministerial de 1940 mediante la cual, las madres pueden tener los hijos en las cárceles hasta los tres años. A los tres años, se les quitan, ingresan en los circuitos del Auxilio Social y ahí ya no se sabe lo que les puede pasar. Segundo, sub tentáculo legal: 1941 que complementa al anterior, que dice que se les puede cambiar el apellido a los niños siempre que no se acuerden del nombre de los padres, o éstos estén fugados o se considere que los padres no son meritorios. Ya está armada. A partir de ahí, pasa todo lo que quieras: fe de bautismos falsificadas, hojas parroquiales arrancadas, desapariciones de niños…

Los niños fueron dados en adopción legal en virtud de su ideología.

Claro. Quien se ocupaba de decidir qué se hacía con los críos era el Patronato de la Merced apoyado por los tribunales tutelares. Éstos decidían que los padres no eran meritorios por los motivos que fuera y se les quitaba al niño. Las peticiones para la adopción eran miles, sobre todo gente de España y de Italia. Había mucha demanda. Había mucho dinero en juego. España fue una cacería durante cuarenta años.

El clima que se respira en ‘Soles negros’ huele a habitación cerrada, es muy opresivo…

Es una buena definición porque la novela transcurre en el verano de 1947, una época en el que el país se había cerrado a cal y canto. Hacía mucho calor, hubo una sequía. Ideológicamente, moralmente y civilmente el país era una cárcel en todos los sentidos. Arturo Andrade se mueve por una España en la que todavía hay hambre, restricciones de todo tipo aunque la paradoja es que también empieza a haber una apertura. España empieza, paradójicamente, a abrirse: hay venta libre de penicilina, las restricciones eléctricas empiezan a ser menores, se buscan contactos con Estados Unidos, con Gran Bretaña…Aún a pesar de las condiciones inhumanas que se vivían (hambre, sed, castigos físicos…) si no hubiera existido el Auxilio Social, la mortandad de niños hubiese sido monstruosa, eso también debemos señalarlo.

Es paradójico también que ocurriese el asesinato de una niña en esa época cuando siempre se dijo que con Franco había una gran seguridad ciudadana.

Es cierto. Es que antes no había derechos civiles, uno estaba seguro si formaba parte del régimen, incluso dentro del sistema también uno tenía sus problemas. Antes morían mujeres a punta pala pero no salían en los periódicos.

Intentas hacer con la novela una visión transversal del país…

Así es. Arturo Andrade está tanto dentro de los pueblos, en la España de los pueblos, como también en las capitales, como Madrid y su burocracia. Luego más adelante se marchará a Asturias.

¿Qué tipo de investigación y preparación documental ha seguido para construir ‘Soles negros’?

Normalmente me suele llevar dos años y medio: documentación, escritura. Básicamente lo que he hecho es leer libros y prensa de la época. Hay un montón de bibliografía sobre el tema de los testimonios orales, robo de niños, el maquis también sale bastante…Me he pasado muchas horas en la Biblioteca Nacional y he leído mucha prensa de la época como ABC.

Arturo y Manolete recuerdan a otros personajes clásicos de la literatura como Quijote y Sancho o Sherlock Holmes y Watson, cada uno con su rol predeterminado…

Sí, no invento nada nuevo, en el mismo ‘Satiricón’ de Petronio sale. No en vano la primera entrada de la novela es un fragmento de ‘El coloquio de los perros’ de Cervantes. La contradicción que se produce entre los dos personajes es perfecta porque el conflicto entre ambos (Arturo y Manolete) hace avanzar la novela. Los dos personajes se complementan: uno tiene una visión más pesimista, más ideal y el otro, es un Sancho Panza a lo bestia. Esas dos visiones del mundo triangulan la realidad.

 

 

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