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Iván Massagué: «Tengo pánico escénico, naces y mueres con ello»

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Con semblante tranquilo y sonriente. De esta forma entra Iván Massagué al teatro Fernán Gómez junto a Emilio Gutiérrez Caba, actor que infunde respeto por su dilatada trayectoria, quien nos da las buenas tardes y se marcha a atender a otros compañeros periodistas. Ambos representan ‘La Mujer de Negro’ hasta el 1 de junio en Madrid. Nos quedamos con Iván, quien lleva una mochila, viste camisa de cuadros, vaqueros y zapatillas de sport, un look informal. Además, es de los que lucen y les queda bien el pelo alborotado, tras ponerse el casco de moto que lleva en su mano derecha. Una moto con la que se acerca todos los días al teatro, excepto ayer que se le estropeó y confesaba, a sus más de 20.000 seguidores de Twitter, que un neófito taxista le había acercado al Fernán Gómez y no sabía dónde estaba, le tuvo que indicar que en la Plaza de Colón.

Iván está en el patio de butacas y no sobre el escenario, para responder a unas preguntas acerca de su obra y trayectoria profesional. Es fácil entablar conversación con él por la aparente humildad que le caracteriza. Se relaja, sube las piernas sobre el asiento de delante, hasta que se percata que nuestro fotógrafo está captando imágenes de él e intencionadamente cambia de postura.

Apaga el sonido de su teléfono móvil, lo que nos invita a adentrarnos en el silencioso ambiente que rodea a ‘La mujer de negro’, a veces interrumpido por los golpes que los técnicos producen sobre el escenario que ponen a punto para la función de esta noche.

Esfuerzo físico y mental

Emilio Gutiérrez Caba encarna a Arthur Kipps, un abogado de mediana edad que escribe un relato acerca de una serie de terroríficas experiencias vividas. Alquila un teatro vacío y encarga los servicios de un actor profesional, Iván Massagué, quien hace de él y por su parte Emilio encarna a los personajes que conoció en aquella historia. En teoría el público no está, se juega con todo, pasillos y butacas incluidos.

‘La mujer de negro’ no es un clásico, el público debe imaginar lo que están contando. El escenario puede ser un pantano, unas sillas pueden transformarse en una calesa, se trata de "la convención pura teatral", según Iván, quien define la obra como un "vox theatre, cuentacuentos y teatro de fantasmas muy explicativo, en el que en una hora y cuarenta minutos el miedo va acrecentándose". A esto se une el esfuerzo físico que requiere el actor, "las caminatas son la ostia", relata Iván, quien confiesa que para estar en forma ayer estuvo en el gimnasio.

El Fernán Gómez dispone de un amplio escenario con profundidad, aunque en opinión de Massagué, la obra se adecua mejor en un teatro más recogido, como el Infanta Isabel, donde se representó con otro elenco hace unos años. Iván revela haber visto en DVD el montaje del actor que representaba anteriormente su papel, Jorge de Juan, "eso fue bueno y malo, positivo para ver los movimientos y agilizó el proceso. Lo negativo es que escuchas al actor y tengo otra forma de decir las cosas, fue un poco contraproducente porque lo vi demasiadas veces", afirma Massagué.

En abril de este año estrenaron ‘La mujer de negro’ en el teatro Calderón y finalmente "ya es mía, tiene mi sello", exterioriza sonriente Iván. Asimismo, Emilio dirige la función, "ha hecho pequeños cambios sobre la marcha, ejecutando y ejecutando hemos llegado al montaje final. Para él quizá sea más cómodo porque ha hecho más de 800 veces esta obra", explica Iván. Además, a todo esto se unen los efectos sonoros gracias a los técnicos, que aunque no sean visibles están casi a pie de escenario, lo que provoca el sobrecogimiento público y que sienta el miedo de cerca, terror en estado puro.

Catalán en Madrid

A sus 37 años, Iván Massagué lleva diez trabajando en Madrid. "Al principio tenía miedo por el acento y los compañeros andaluces igual, estábamos muy rallados por si a causa de nuestro origen no nos contrataban. En el trabajo lo intento quitar y si estoy en una terraza con amigos soy catalán", asevera Iván marcando la ele. Y es que en su opinión, Cataluña está en un momento "muy difícil" para el teatro por el independentismo, "las cortinas de humo, TV3 no está bien, Barcelona se está cerrando cuando hay que abrirse al mundo. España es un país bonito y es una pena que parezca que estemos 30 años atrás", manifiesta con indignación Iván.

Y fue en diciembre de 2012 en la ciudad condal, donde se conocieron los dos actores de ‘La mujer de negro’. Emilio protagonizaba ‘Poder absoluto’ e Iván estaba en el reparto de ‘Algo’, un montaje que se representaba en sesión golfa del teatro La Villarroel. El camerino era el punto de encuentro, Iván estaba "nervioso" antes de salir a representar su papel y Emilio "agotado" tras hacer la suya. Un día los intérpretes de la obra de ‘Algo’ acudieron a ver ‘Poder absoluto’ y viceversa. "Emilio pudo ver mi función y no sé si gracias a aquella impresión me eligió para trabajar ahora con él, ha sido todo súper rápido", indica Iván.

Massagué hace visible la admiración que profesa por Emilio, "es un maestro, lleva 50 años sobre los escenarios y me ha enseñado mucho. Actuar está chupado, es simple o imposible", dice Iván para quien "menos es más" y con Emilio, añade que "he tenido suerte, de cada pase aprendo una burrada, cómo controlar los nervios, escuchar y mirar".

Actor con pánico escénico

Iván Massagué estuvo durante dos años en la escuela ‘Nancy Tuñón’ de Barcelona y finalmente la abandonó porque "me asusté, me da miedo hacer teatro, tengo pánico escénico, naces y mueres con ello", descubre Iván. Con los años dice haber entendido la profesión y es que en su opinión existe una gran diferencia entre teatro y televisión. En la serie ‘El Barco’ se dio a conocer al gran público interpretando a ‘Burbuja’, que Iván define como "un personaje muy personaje, donde me metía dentro y estaba como protegido, era otra manera de trabajar, en teatro es expone más".

El aparente retraimiento de Iván no se refleja en la conversación, ya que se le nota cada vez más cómodo en los asientos del Fernán Gómez, que lo son. Y es que Massagué reconoce que era "el cachondo de la clase, el que la liaba siempre hasta que me tocaba hablar en público y me acojonaba". Un pánico escénico que culpa a la técnica, ya que no es un actor de método, "dejadme a mí que aprenda la profesión", pide Iván a quien no le va mal, pues lleva 17 años trabajando, ya que "detrás un gran actor hay una persona más o menos madura y me ha costado serlo, estoy aprendiendo", expone con humildad.

En futuros trabajos, Iván no descarta hacer un clásico, "no lo he hecho nunca y en Madrid hay mucha afición, hay que probar de todo. Me dicen que tengo mucha cara de Borbón, me encanta disfrazarme y no quedarme mucho tiempo en un personaje".

La fama no importa

Una de las cosas más gratificantes para un actor es ser reconocido por los compañeros, de hecho esta misma noche acuden a ver ‘La mujer de negro’ siete intérpretes de la serie ‘El Barco’. Iván es consciente de que "me van a criticar bien o mal, pero de forma constructiva. Yo soy mi peor crítico, muy exigente, es bueno pero también puede ser una destrucción, un puñal que te clavas, aunque en ocasiones te puedes sentir el hombre más poderoso del mundo". Lo más parecido a ese sentimiento le pudo llegar con ‘El Barco’, serie televisión líder de audiencia, aunque Iván se muestra tajante, "quiero que reconozcan mi trabajo, la fama me da igual".

No solo teatro y televisión, sino también hace cine, Iván protagoniza la película ‘Pancho’ que se estrena el 6 de junio y forma parte de ‘Kamikaze’, que está actualmente en cartel. Además, nos adelanta que está rodando una serie de televisión de la que es protagonista, aunque aún no puede adelantar nada. Sin embargo, Massagué tiene los pies en la tierra y es de los que piensan que "todo es muy efímero, hasta que no dicen acción no tienes trabajo".

Si bien la fama le podría haber llegado por ser el nuevo Arguiñano, porque no son pocas las imágenes de creaciones culinarias que publica en su Facebook, Iván tiene claro que "jamás me presentaría a Máster Chef, aunque no descartaría ir al programa de los náufragos en la isla, pero sin cámaras".

Gestión de la cultura

Para que la cultura fluya debe haber un apoyo del público y es notorio que, tras la subida del 21% del IVA cultural, cada vez menos personas acuden a los teatros. "La cultura es algo que no puedes matar porque es el reflejo del pensamiento de un pueblo. Es necesaria, vital, para soñar y quitarte los miedos, pensar o no hacerlo", así lo entiende Iván.

Lo realmente complicado es saber cómo gestionar esa cultura, hay que "dejarla fluir, todos llevamos un artista dentro, da oportunidades, una pared para hacer un grafiti, creo que la gente haría arte, pon teatros alternativos y baja los precios. La ciudad respiraría distinto, sería más alegre", opina Massagué, quien sueña con "una civilización en la que todos seamos payasos con libertad de expresión, los políticos son quienes nos dan la mano y la quitan, dependemos de ellos, desde el ‘No a la guerra’ van a muerte por nosotros". En este sentido, el discurso de Iván es claro, "no se puede hacer mucho, esperar que pasen dos años y no vuelvan estos tiranos y nos dejen vivir". Y es que la indignación del actor catalán viene dada porque no para de cruzarse con compañeros de profesión, "algunos actores de renombre que llevan tres años sin trabajar".

En los tiempos que corren, los productores tienen que apostar por cosas para atraer al público, "vodeviles y comedias, montajes menos puristas que no me interesan, pero tiene que haber de todo. Estamos en un momento muy jodido", expresa Iván. Pese a todo, actualmente no existe género de terror en teatro, por eso hasta el 1 de junio una de las mejores opciones es acudir al teatro Fernán Gómez para ver ‘La mujer de negro’.

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