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José Luis Alonso de Santos: «Hago teatro para comunicar el regocijo del arte, no para hacer política»

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Hablar de ‘Bajarse al moro’ o ‘La estanquera de Vallecas’ es sinónimo de marginación. Se trata de uno de los temas más recurrentes de las obras de José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942) y que también evoca para ‘En manos del enemigo’, cuyo estreno nacional tendrá lugar hoy en el teatro Galileo. Antes de su puesta de largo y pese al catarro del que se aqueja, el autor nos cita en su casa para exponernos las particularidades del montaje teatral, entre ellas, el drama de los desplazados narrado de una manera diferente. Al espectador se le presenta la desgracia de unas víctimas que están fuera de su patria. Sin embargo, el autor ahonda más en la relación entre ellas, “la lucha por la supervivencia y como establecen lazos de amistad y solidaridad. ¿Cómo vivir con dignidad cuando todo te lleva a lo contrario?”, cuestiona Alonso de Santos.

El asunto de los desplazados sirios guarda cierta relación con el tema principal de la obra. “No he estado nunca en una guerra”, confiesa Alonso de Santos, quien añade que “entre las bombas el que tengas al lado es como tu hermano, el único que te puede proteger”. Esto viene a colación de los personajes principales de la obra: Checa (Paco Manzanedo), un ruso que vive en España desde hace años y Mustafá (Ahmed Younoussi), recién llegado en patera de noche a una costa. Los intereses entre ambos se pondrán al descubierto en una trama a la que se unirán dos policías corruptos, interpretados por Dani Gallardo y Miguel Barderas, que pondrán a ambos entre la espada y la pared.

‘En manos del enemigo’ se pudo ver por primera vez en un festival de Bolivia en 2013 y está inspirado en un texto del escritor y político ruso Máximo Gorki. La base de su argumento es la soledad y la desesperanza humana, “una barca en mitad del mar, debajo la fosa marina y alrededor la oscuridad, arriba la estrellas bellas pero indiferentes”, narra el escritor vallisoletano. Para transmitirlo se vale de sus mejores armas, las metáforas y el humor, “porque humaniza y cuando se te cae el mundo encima a veces es para hacer chistes”, bromea José Luis. La dirección corre a cargo de Fernando Soto que ahonda más en la violencia de los personajes, mientras que el autor aboga por la ternura y el amor, contraposiciones que conjugan “un guiso que esperamos reconforte al espectador”, dice José Luis.

Teatro para comunicar arte

El drama de los expatriados está de plena actualidad en televisión, “vivimos como espectadores ante el mundo, no como ciudadanos”, reconoce José Luis. En este sentido, asume la dimensión social de su obra e incide en que en el mundo “las grandes decisiones están en manos de gente que no tienen nada que ver con nosotros, las toman los marcianos, es como si viviéramos gobernados por ellos”, reflexiona el autor. A pesar del trasfondo de lo que escribe, “hago teatro para comunicar el regocijo del arte, no para hacer política”, explica Alonso de Santos, que muestra su contento por el cambio de gobierno en Madrid, “Hay que quitar los viejos porque algunos son terribles”, afirma el literato en referencia al Partido Popular, e indica que pese a la juventud de  “Podemos, se va a destruir por sus contradicciones, son estrategas y las estrategias son de viejos”.

En el mundo del arte, José Luis ha desempeñado los oficios de actor, director, dramaturgo y productor, fundó ‘Pentación’ en 1988, aunque la gestión es la actividad que menos le apasiona. Es filósofo, psicólogo y periodista, ya que de joven se dedicó a estudiar en diversas facultades. Sus conocimientos culturales no los aplica para impartir clases en sus obras, “ser muy sabio no quiere decir ser artista”, aclara José Luis, que entiende que el arte “se mueve en el campo de la razón poética no de la lógica”. Gracias a la traducción artística ha podido escribir unas 50 obras. En ese proceso tiene claro que, a pesar de que los ingredientes sean buenos, la última palabra la tiene tanto la crítica como el público y “no me creo más listo que ellos”, puntualiza José Luis.

Los secretos del arte

Todo el trabajo de Alonso de Santos es custodiado por la Fundación Jorge Guillén en su tierra natal. Su presidente, Antonio Piedra, habla para EL DISTRITO de la “intensidad” de la obra del “genio” vallisoletano para la fundación, que guarda millones de documentos de más de 30 escritores relevantes de los siglos XX y XXI. La obra de Alonso de Santos “es uno de los grandes archivos de la literatura contemporánea y como estudio es algo único”, dice Antonio. Además, a ambos le une una gran amistad y pasan horas discutiendo de arte, filosofía, psicología, así como de teatro, donde Alonso de Santos cree que su faceta de director y actor pasará, sin embargo sospecha que la de dramaturgo perdurará y razón no le falta, porque su obra se estudia en colegios e institutos.

Para dimensionar la “intensidad”, de la que habla Antonio, en la relación constante entre lo grande y pequeño que caracteriza la obra Alonso de Santos, el propio autor revela los secretos de su arte. “Cuando trabajo con dos actores que se tienen que dar un beso, les digo que representa todos los besos de la tierra”, expone José Luis, quien opina que ese beso transformado en metáfora o filosofía se convierte a su vez en arte. Además, el autor entiende el teatro como la síntesis de una vida, ya que en un breve espacio de tiempo hay que contar una historia, consciente de ello, pese a la intensidad, puntualiza que se debe hacer “con la normalidad y belleza que caracteriza al mismo arte”.

Asimismo, tanto la mentalidad como la pluma de Alonso de Santos se han adaptado a los tiempos. Mientras nos escruta con la mirada sobre sus gafas durante la charla, escuchamos de fondo a su hijo Daniel Alonso, también actor, que ensaya un texto. “Si declamara lo echarían”, dice José Luis, con quien recordamos entrevistas con actrices de cierta edad, que “creen que ahora los jóvenes lo hacen mal y es que se hace de otra manera, el cine ha convertido la interpretación en orgánica y naturalista”, comenta el escritor. A su modo de ver, lo exagerado se sale de plano, porque actualmente la iluminación potencia los gestos de los intérpretes. Por eso, el escritor ha evolucionado su forma de narrar historias.

Cabeza visible de las artes escénicas

Hace un año y medio se fundó la Academia de las Artes Escénicas, formada por más de 300 profesionales, de la que Alonso de Santos es su presidente. Recientemente firmó un convenio con el presidente de la Fundación SGAE, Manuel Aguilar, para que desde este año la institución que representa sea responsable de determinar los ganadores de los premios Max, los más relevantes del teatro español. El objetivo de José Luis es darle a los galardones “un equilibrio con profesionales de cierto prestigio y excelencia” que integran la academia, para así elegir a los ganadores de forma “subjetiva pero con gusto, podemos hacerlo mejor”.

Alonso obtuvo un Max en 2005 por el guión de ‘Yo, Claudio’, además fue premio Nacional de Teatro en 1986, entre otros muchos galardones que llenan su casa. Son tantos los que recibe, hasta el punto que no le ha dado tiempo aún de desenvolver alguno de ellos. A la hora de ejercer como jurado, reconoce tener un principio básico de “la humanidad” y no cree “que todo el mundo sea un degenerado, porque pensar eso es destruirse y no podría ser artista con ese pensamiento”. La mayoría de las veces en los jurados no se pelean por los amigos sino por lo que les gusta, según el escritor, que concibe que los Max “con jurados malos se los ha llevado gente razonable y seguirá siendo así”.

Abrirse un hueco en el arte

El dramaturgo vallisoletano afirma no procurar destruirse a si mismo destruyendo a los demás. “Eso me pasa por mi edad y porque me ha ido bien”, afirma José Luis, que desde su posición como director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (Resad) ha visto como “solo le ha ido bien a un 10%” de los matriculados. “Cuando te va bien es fácil ser generoso y no tanto cuando eres camarero y querías ser actor” manifiesta Alonso de Santos, que se considera “una persona de consenso” y como psicólogo intenta extraer lo mejor y “luchar para tener sujeto lo peor”. Por el contrario, nos recuerda el caso de su alumno Alberto Conejero con ‘La piedra oscura’, éxito en el teatro María Guerrero, o la obra ‘Después de la lluvia’, ejemplos que demuestran que es factible abrirse un hueco en el mundo del arte.

En la cabeza de Alonso de Santos están los amigos que ya no están, de hecho un pasillo de su hogar, que él denomina como “tanatorio”, está decorado con cuadros de sus obras y que recuerda a algunos de ellos como Carlos Álvarez-Nóvoa, Andrea D’odorico o Miguel Narros, recientemente fallecidos, entre otros. La satisfacción del trabajo bien hecho con todos ellos lo que le queda a Alonso de Santos, a quien no le aterra que muera alguien de avanzada edad, “lo que es si es aterrador es la muerte de un niño” asevera. Satisfecho por todo lo que ha hecho, desde montar teatro para la curia vaticana hasta en la cárcel de Soto del Real, el dramaturgo dirigirá próximamente ‘En el oscuro corazón del bosque’ para el Matadero de Madrid. Con la tranquilidad de que ya no se tiene que examinar ante el mundo, Alonso de Santos, abordará sus futuros proyectos con dos ingredientes que destila al hablar: honestidad y pasión.  

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