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Nuria González: «Soy miope y me valgo de ello porque me asusta la cara de la gente»

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"El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta de por donde cojean las cosas; comprender que todo tiene un revés, que todas las cosas pueden ser de otra manera". Así lo entendía el escritor y periodista, Miguel Mihura, autor de ‘Milagro en casa de los López‘, que estos días se representa en el Teatro Galileo de Madrid. Los personajes principales son Jerónimo y Mercedes, un matrimonio de lo más atípico que disfruta, a la vez que padece, una serie de cosas extrañas en su hogar.

De repente aparece vestida de negro en la entrevista, Nuria González (Málaga, 1962), que encarna a la protagonista "bipolar", puntualiza ella. Hace calor y nos acordamos de las vacaciones, aunque podría estar visitando San Petersburgo, disfruta de hacer esta obra durante los meses de julio y agosto. Se trata de uno de los trabajos más comprometidos de la actriz, en el que ha ido desgranando los "mensajes secretos del lenguaje de Mihura", explica. Como añadido, el adaptador y director de la obra es la misma persona, Manuel Gancedo, quien le ha dado las pautas necesarias para no perderse en el lenguaje del autor, "aunque lo ideal es perderse y encontrarse", añade Nuria.

El día del estreno de la obra estuvo salpicado por el sonido de un camión de bomberos, entonces el actor Juan Antonio Molina, que representa a uno de los sirvientes, pidió un poco de calma como marcaba su guión y se hizo el silencio, una aparente improvisación que el público valoró con un aplauso, "en esta obra nos están pasando muchos milagritos", indica Nuria. Al salir al escenario en su proceso de concentración, la actriz reconoce que "soy miope y me valgo de ello porque me asusta la cara de la gente", porque ella es de la teoría de la cuarta pared. Lo malo es que el escenario que ocupan es atípico, al aire libre con ruidos y que en ocasiones dificultan la capacidad de concentración. De momento, "nos vamos defendiendo", dice Nuria, que añade que "afortunadamente el público recibe todo el ruido exterior como ambiente", a pesar del desconcierto que pueda suponer para los intérpretes.

Vigencia de Mihura

La actriz malagueña cuenta en su nuevo trabajo con Carlos Chamarro como Jerónimo. Ella es más de voz y él es más mimo, sin embargo se han entendido a la primera. El repertorio de caras de ambos es inconmensurable, porque de pronto están llorando como muriendo de la risa, "mi personaje tiene mucho peligro", apunta Nuria, lo que le da una oportunidad de oro para desbarrar sobre el escenario. Así lo hizo, en menor medida, Mari Carmen Prendes, cuando interpretó a Mercedes en septiembre de 1964, durante el estreno de la obra en el Teatro Talía de Barcelona. Ese mismo mes, el Teatro de la Comedia, que reabrirá sus puertas en octubre tras 13 años de reformas, acogió la presentación de otra obra de Mihura, ‘Ninette y un señor de Murcia‘. El gran éxito de la segunda ensombreció e la anterior.

Autor y crítica renegaban del segundo acto de ‘Milagro en casa de los López’. Consciente de los antecedentes, Gancedo ha actualizado la obra y le ha aportado vigencia al texto. Los conflictos varían y tras los cambios Nuria tilda la segunda parte de "brillante".  Y es que es innegable que la retranca de Mihura llega a nuestros días con frases suyas como: “para saber si un país es idiota basta con ver su televisión” y “no sé dónde vamos a ir a parar si la construcción es tan boyante”. 50 años después, inevitablemente el público encontrará en este montaje coincidencias con su vida actual.

Novata en el cine

Nuria revela ser mala espectadora de teatro, cine y televisión, "tendré que ir al terapeuta porque me cuesta ahora más suspender la credibilidad" admite. Y es que hace dos años se ha convertido en una ermitaña televisiva y no ve ni tan siquiera los informativos. "Te sientas, zapeas y cuando te das cuenta has consumido tu tiempo", expone la actriz. Esa experiencia de zapeadora profesional le resultaba "más agobiante que relajante" y lo entendía como una obligación. En la actualidad, se define a sí misma como "un ser fantasmagórico que se dedica a leer, escribir, pasear por Internet y escuchar música". En su Ipod confiesa llevar de todo: Carmina Burana, Marilyn Manson, Franco Battiato, alguna balada de Claudio Baglioni, Donna Summer y Michael Jackson. Además, el último concierto al que asistió fue en su tierra para ver a los también malagueños, Danza Invisible, con quienes viajó en el tiempo hasta su etapa antes de venirse a vivir a Madrid, en el año 89.

Antes de llegar a la capital, la intérprete hizo sus pinitos en la compañía ‘Brea Teatro‘ junto a Mercedes León. Las casualidades de la vida hacen que esta última haya sido nominada este año al Goya a Mejor Actriz de Reparto por ‘La Isla Mínima‘, misma categoría en la que fue candidata Nuria en 2008 por ‘Mataharis‘. Además, hace dos años el también malagueño, Joaquín Núñez, se llevó el Goya al mejor actor revelación por ‘Grupo 7‘. "Con él empecé a hacer teatro en Martiricos, la primera función fue ‘Dios‘ de Woody Allen", recuerda Nuria. En este sentido, se siente contenta de ver el reconocimiento a estos intérpretes "cuyo talento está fuera de toda duda". Ella se quedó sin el ‘cabezón’ que le arrebató Amparo Baró, "es lo más grande que me ha pasado", asevera la actriz.

Tras sus estudios en la Escuela de Arte Dramático en su ciudad natal, parece ser que las clases de Paco Pino y Luis Gimeno le ha rentado a Nuria en su breve incursión en el mundo del cine. Su satisfacción se refleja en su cara al recordar el premio en el Festival de Málaga por ‘El Calentito‘, así como otros muchos reconocimientos por parte del público. "Ser novata de algo a mis 53 años tiene su mérito y tengo mucho que aprender", manifiesta la actriz con respecto a la gran pantalla.

Veterana en televisión

Al contrario que en el cine, Nuria es una veterana curtida en la televisión y que siempre que ha podido ha combinado con el teatro. De hecho recientemente ha concluido el rodaje de ‘Rabia‘ que se emitirá en Tele 5. "Se trata de una serie muy especial en mi carrera", manifiesta la intérprete que adelanta la trama: "12 personas, fuera de su ambiente, sin documentación, teléfono, llaves ni nada, que no tienen que ver entre sí, sin historia previa común, excepto la pareja de Manuel Gancedo y Concha Cuetos que son madre e hijo. Hay un delincuente, una enfermera, una política que soy yo…, gente que huye porque están deteniéndonos para meternos en un centro para estudiarnos y que huyen asustados de quien le persigue". El punto de partida es diferente al de cualquier otra serie, "como trabajo es fascinante, original y divertido", califica la actriz, que advierte que en este trabajo de ficción a cualquiera "le puede brotar la rabia y te mata".

Lo que peor lleva Nuria de series, véase del ejemplo de ‘Física o Química‘, es cuando contempla como su personaje se diluye. Eso sí, aclara "adorar" todos los personajes que ha hecho, porque se muestra de acuerdo en que le permite llena el teatro. La gente le reconoce por la calle y todos los días recibe muestras de agradecimiento por lo que hace, algo que hace que se le dibuje una amplia sonrisa. Sobre su trabajo sobre las tablas, las últimas obras de Nuria han sido comedias, hay que remontarse a marzo de 2008 cuando hizo su último papel dramático en ‘Carnaval‘. Parece que le llueven papeles cómicos y atrás quedan las representaciones de ‘Yerma‘, aunque ahora con Mihura parece estar disfrutando como con su primera obra.

Cabreo cada cinco años

Si no hubiera sido actriz, Nuria habría sido jardinera o periodista. De hecho ya ejerció en una emisora donde llegó hasta a hacer cobertura en unas elecciones. "La radio es un mundo fascinante, algún día volveré porque se puede hacer sentado y viejo", expresa la intérprete. Si se dedicara al periodismo no podría estar sin ver los informativos como ahora, aunque no confiaría tampoco en "un cerebro como el mío sometido a esa presión, me habría vuelto una psicópata al estar en continuo contacto con la realidad y estaría completamente encanecida". Por suerte señala tener un cabreo cada cinco años, "pero cuando lo tengo cae un edificio entero". Así que aislada de la actualidad urgente, le basta con aprenderse las 200 páginas de una función, porque si fuera igual de disciplinada en el periodismo, "querría estar a todo y mi cerebro podría petar".

La crisis griega, los cruces de declaraciones entre políticos, "tantos despropósitos, tantas contradicciones, mi carácter no me lo permite", según la actriz, que se aísla "como medida de salud". Antes cuando veía un telediario le producía "hastío y falta de apetito, cuando no puedo permitirme perder peso", dice entre risas aludiendo a su delgadez. En el sentido espiritual, Nuria se muestra más llena que nunca, integrada en su personaje y dispuesta a lo mejor sabe hacer, comunicar y conectar con el público sobre un escenario.

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