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“Los partidos secuestran la soberanía popular”

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José María Montoto, abogado de ya larga carrera, siempre llevó dentro el gusanillo de la política. La degradación de la democracia que observa en el panorama político español le ha convencido para lanzarse al ruedo y fundar un nuevo partido político, Innovación Democrática (INNDE).

¿Qué motivaciones encuentra un abogado en ejercicio como usted para bajar a la arena política y fundar un nuevo partido, con todo lo que eso conlleva?
Yo siempre he estado en política, en diferentes circunstancias y grados de compromiso. En la época franquista, estuve en la política universitaria y milité en el partido liberal de Ignacio Camuñas, Partido Demócrata Popular. Luego, en la Transición, Adolfo Suárez nos obligó a todas las pequeñas formaciones a disolvernos para formar un partido único, UCD. Estuve como jefe de gabinete de Ignacio Camuñas y posteriormente como jefe de gabinete de la secretaría en el despacho del presidente del Senado, ya con UCD. Cuando ganaron los socialistas en 1982, me retiré de la política, me dediqué al Derecho y a partir de entonces mi actividad política se limitó a las asociaciones, tertulias, fundaciones y foros de debate que he ido montando. Entendía que el panorama político dejaba poca posibilidad de meter baza. Con todo, hoy el deterioro político ha llegado a tal punto -disolución del Estado, remodelación estatutaria, partitocracia, etc.- que decidí fundar un partido con otros compañeros. No estamos muy decididos a presentarnos a las próximas municipales y autonómicas, pero el éxito de Ciudadanos de Cataluña nos ha animado mucho.

¿Cuáles son las principales líneas ideológicas de INNDE? ¿En qué fase de su composición se halla?
Nosotros lo que pretendemos fundamentalmente es devolver la soberanía al ciudadano. En el tiempo que lleva la democracia funcionando, poco a poco los partidos han ido secuestrando la soberanía. ¿Cómo? Mediante un sistema muy rígido de representación, la disciplina de voto, la incomunicación entre elegido y elector, las listas cerradas, un funcionamiento interno nada democrático de los partidos… Este partido pretende democratizar la política en todas sus instancias. Primero, hay que democratizar el funcionamiento interno del partido: habrá comités de coordinación -general, regional y local- organizados jerárquicamente pero no de una manera rígida; las personas que ostenten cargos dentro de estos comités no podrán presentarse como candidatos, para evitar la endogamia, y deberán ser votados en el seno del partido. En segundo lugar, habrá un programa de mínimos, no un ‘tocho’ con miles de disposiciones: se da una gran libertad al candidato para conformar su propuesta electoral, porque se dirigirá a un concreto sector electoral con sus necesidades y fórmulas de solución específicas. El candidato responderá ante el elector, porque los escaños y las concejalías no son del partido, son del elector, y para ello tiene que actuar con un alto grado de libertad, sólo limitada al cumplimiento de ciertos principios programáticos. Somos un partido liberal y de centro, donde caben desencantados de derecha e izquierda, con una idea de España que prime sobre los supuestos derechos de los colectivos y que apuesta por una democracia participativa en torno a los principios de libertad, justicia, igualdad y pluralismo. El partido se fundó en octubre y hoy contamos ya con 150 afiliados.

¿Qué deficiencias observa en el actual sistema político español?
Lo más grave del actual panorama político en España es el desencanto del elector, la abstención creciente y el hecho de que haya partidos gobernando con un 30% de los votos. No puede confundirse el fin con los medios: el fin de la democracia es la defensa de la libertad del individuo y de las instituciones, pero si se pone la democracia al servicio de las oligarquías de los partidos es un sistema muy pernicioso.
Ni siquiera manda el PP o el PSOE: al final mandan cuatro personas de cada signo político que se ponen de acuerdo para controlar las listas cerradas de otras personas que entienden que se deben a sus mentores y no a los ciudadanos y votan como un solo hombre lo que dice el portavoz de su grupo sin la menor aportación individual; votan la composición de las listas de los partidos, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Radiotelevisión Española, etc. Esto no es una democracia, sino un democratismo absolutista. Y se perpetúa la situación, porque la ley electoral impide una regeneración democrática. La libertad, que es una necesidad irrenunciable para muchas personas, es una pesada carga para otras. Y los partidos fomentan la actitud de este segundo grupo que no quiere implicarse: usted vóteme cada cuatro años y yo me encargo de defender sus intereses. Esta filosofía es útil si existe una bonhomía por parte de los partidos; pero el hecho es que se produce un círculo vicioso: la profesionalización de la política sobre la base de mediocridades -porque hoy sólo aguantan los sumisos- hace que los gobernantes olviden que son los ciudadanos los depositarios de la soberanía.

INNDE afirma su adhesión a la Constitución pero no está del todo de acuerdo con ella…
INNDE no es un partido antisistema, se adhiere plenamente a la Constitución de 1978, pero no es menos cierto que pensamos presentar un amplísimo plantel de reformas constitucionales: en materia electoral, en materia de organización de la Justicia en todos sus órganos, en la garantía de la separación efectiva de poderes, en la reforma del Senado -que es una cámara cuya función hoy no tiene mucho sentido y hay que reconducirla-, y, sobre todo, nos proponemos cerrar de una vez el proceso constituyente -en el sentido de las remodelaciones de los estatutos de autonomía- y someter a las CC.AA. a un rigurosísimo proceso de coordinación y armonización: no tiene sentido exigir todo tipo de licencias para desempeñar cualquier actividad en función de la zona del Estado en la que uno se encuentre, o pedir permisos para pasar de una comunidad a otra. La actual regulación autonómica sólo tuvo sentido en la concreta coyuntura histórica de la Transición, pero los partidos no han sabido adaptar la legislación a los nuevos tiempos. Es preciso recuperar la cohesión nacional en el aspecto judicial y autonómico, redefinir las competencias y armonizarlas de una vez para siempre, y garantizar que el poder no preexiste a la libertad del individuo.

Impulsar una democracia más participativa es uno de los objetivos primordiales de INNDE: ¿cómo incentivar el interés de los ciudadanos por la vida política?
Hoy es posible contar con mecanismos muy eficaces para democratizar la gestión. Mediante un blog o un simple sms, el político puede pulsar la opinión de su electorado sobre una medida determinada que le plantee dudas de posicionamiento en un sentido u otro. No es que el voto sea imperativo, pero el político reuniría así elementos de juicio muy valiosos para el desempeño de su función legislativa. Hay que ir hacia esa democracia ‘directa’. La sociedad civil hay que incorporarla a la política, no tratar de sustituirla como hacen los grandes partidos. Porque las personas que integran asociaciones y fundaciones no están ahí para perder el tiempo: tienen sus propias profesiones y las horas que dedican a esas otras funciones sociales las aprovechan al máximo. Esa es la gente con la que hay que contar. La nueva democracia debe tener tres vertientes básicas: la representativa, ejercida a través del voto, que debe aspirar a devolverle la confianza al elector; la directa, que se manifiesta a través de esos sondeos de opinión; y por último la participativa, que es la que protagoniza la sociedad civil.

En este panorama, ¿qué pretensiones de futuro les cabe albergar como grupo independiente
?
El sistema se está deshaciendo por sí mismo, y en esa inestabilidad hay esperanza para alternativas como la nuestra, que rompan el monopolio político igual que Internet, las nuevas televisiones o emisoras independientes o la prensa gratuita están rompiendo el monopolio informativo. En toda Europa está habiendo movimientos de este orden: es el efecto mariposa, las decisiones coordinadas de unas minorías pueden condicionar lo general. Yo creo que nuestro momento puede llegar en las municipales del 2011, pero para ello hay que empezar a trabajar ya si queremos comprobar que, efectivamente, hay posibilidades. El partido que no llegue al 5% en Madrid no adquiere representación, pero hoy creo que tan difícil es llegar al 5% como al 15%: el electorado está tan harto que o se va a la abstención o puede votar a alguna formación nueva, y de ahí que nuestro lema sea "Una alternativa posible".  Hay mucho voto desmotivado y un electorado joven que vota por primera vez, y hay que estar preparado para ofrecer una alternativa real.

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