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Saba Íbero: «El flamenco aún no ha tocado techo»

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Me gustaría comenzar hablando de tus inicios con la guitarra clásica. Eres natural de Georgia y desde pequeño manifestaste un gran interés por este instrumento ¿Cómo fueron esos comienzos con las seis cuerdas?

Empecé con la guitarra clásica con 13 años en Georgia. Luego ingresé en el conservatorio de la ciudad. Siempre fue mi sueño venir a España y aprender más sobre la guitarra flamenca, por lo que cuando tuve 23 años empecé a estudiar la carrera flamenca en Andalucía.

 

¿Cuál fue tu primera toma de contacto con el flamenco?¿Dónde lo escuchaste por primera vez?

Mi relación con la guitarra flamenca la tenía asociada de niño, no sé por qué. Años después descubrí una cinta de casete que tenía en la portada unos rótulos en los que se leía ‘Spanish Guitar’ con fotos de Paco de Lucía. La compré. Semanas después volví a la tienda y cogí otra cinta en la que también estaba Paco de Lucía y me di cuenta de que la primera cinta no era de Paco de Lucía, era falsa.

Sin embargo, escuché al verdadero Paco de Lucía y se me cayó la lágrima, era una sensación increíble. A partir de ahí decidí que quería vivir en España y conocer la cultura andaluza y flamenca.

 

¿Qué fue lo primero que te llamó la atención de Andalucía y de sus raíces flamencas?

No tengo respuesta porque desde niño, sin conocer nada del flamenco -no había la tecnología que tenemos hoy en día-, decía que quería irme a Andalucía. Pienso que algún antepasado era de aquí, aunque me falta un poco de investigación al respecto. En la vida hay tantos viajes de ida y vuelta que no me sorprende nada. He tenido suerte por conocer al maestro Paco de Lucía.

 

Cuando viniste a Andalucía, venías con la guitarra a cuestas ¿Cómo fueron esos primeros pasos de aprendizaje?

Cuando llegué, mi propósito era conocer el lenguaje del flamenco. Cuando empecé a tocar la guitarra en mi tierra sacaba el folclore de Georgia. El folclore nuestro es como el flamenco oriental  porque las raíces de los gitanos, árabes y judíos habitaban en aquella zona. Encontré similitudes.

El flamenco en Andalucía es más moderno. La diferencia entre occidental y oriental son los acentos y el aire. En mi primera década estuve en la Fundación Cristina Heeren, que es la mejor que hay. Estuve dos años en esa escuela y a continuación tomé la guitarra como una carrera profesional creando mis propias canciones. De hecho acaba de salir mi primer disco.

 

Que una persona de Georgia venga a España para aprender a tocar flamenco es cuanto menos anecdótico ¿Qué sensaciones te transmite el modo en el que se consume el flamenco en España?

El flamenco se consume más fuera que dentro porque España tiene multitud de artistas y no se echa mucha cuenta de ellos. Los artistas siempre tenemos más trabajo fuera de España, desgraciadamente. El flamenco tiene mucho sabor y siglos, por lo que no debería quedar olvidado. También pienso que hay que crear más obras con la guitarra como protagonista y dejar una herencia a próximas generaciones.

El flamenco aún no ha tocado techo, no ha llegado a su punto máximo. Paco de Lucía fue allanando el camino, pero ahora hay que mantenerlo y seguir creciendo. Hay que buscar la vida con la guitarra porque somos artistas.

 

Has llegado a conocer en persona a grandes figuras del flamenco, y también has llegado calificar el flamenco como un mundo oscuro ¿Por qué?

He estado con grandes figuras y he coincidido en Granada con importantes flamencos. De toda esa gente que tiene nombre desde hace generaciones aprendí. Pero hay que madurar y saber que cuando una persona quiere ser guitarrista se debe desarrollar a sí mismo. A día de hoy hay una trampa porque hay muchas ilusiones y no se ha hecho el camino que previamente se debería haber andado.

Hay muchas personas que han venido para ser guitarristas pero no han pensado que hay que tener madurez y hay que pensar cosas nuevas para que las generaciones venideras  aprendan. Hay personas que quieren correr sin saber andar. Yo tenía muy claro que lo que quería era ser guitarrista.

Por otro lado, sabía que el flamenco era oscuro porque la cultura gitana es muy cerrada y para que te abran la puerta es difícil. Tienes que tener la antorcha encendida y no es fácil. Yo he podido entrar y transmitir esos sentimientos.

 

¿Existe mucha técnica pero falta de sentimiento en algunos guitarristas?

Hay guitarristas fenómenos que tocan increíblemente, pero no pueden ser mecánicos, sino que tienen que transmitir sentimientos. Los países que han vivido culturas medievales, como Georgia, sabemos lo que es transmitir sentimientos. En mi caso, tuve facilidades a la hora de expresar los afectos con la guitarra.

Cuando el maestro Paco todavía estaba vivo, todo el mundo miraba a su técnica y nadie lo superaba; sin embargo nadie veía su profundidad y sentimientos. Cada golpe de ese arranque de los dedos guarda una esencia muy difícil de llevar por parte de los guitarristas. Antes del picado hay que tener musicalidad, conocer la partitura, y analizar hasta dónde se quiere llegar con todo. Me da vergüenza que me digan que toco como un andaluz, pero me siento orgulloso.

 

¿Qué palo te llega más adentro -en el disco tienes muchas alegrías y bulerías-?

Para mí lo más apasionado es la bulería, como le pasa a casi todo el mundo. Luego están tangos y alegrías; también la seguidilla, que antiguamente era un palo funeral.

 

¿Qué es lo que nos depara tu trabajo como guitarrista de flamenco

Cada artista lucha por su camino. Mi primer disco tiene bastante éxito porque es un proyecto que para mí ha sido muy difícil, ya que lo he trabajado durante tres años en un estudio de Madrid. Ahora las ventas de los discos están un poco por los suelos. En Madrid hay muchos locales donde se puede tocar, pero también es difícil porque hay que mover más actuaciones, y en ello estoy.  

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