Uno de los festivales más grandes de España, y de Madrid, se convirtió en el día de ayer, jueves 12 de julio, en un auténtico hervidero de nervios, y no por que los cabeza de cartel fuesen los míticos Pearl Jam, sino por la desesperación, el agobio y las continuas protestas que acompañaron a la inauguración de la tercera edición del evento musical.
Las quejas de las decenas de miles de personas que esperaban acceder al nuevo recinto habilitado para el festival, en Valdebebas -ubicado en el distrito de Hortaleza-, se sumaban a los pitidos de los cientos de coches que intentaban acceder al párking del complejo.
La locura vivida en la primera de las tres jornadas del festival fue la consecuencia de una falta de planificación por parte de los organizadores del evento, que no supieron reaccionar ante la marabunta de personas que acudieron a ver a sus ídolos encima del escenario. Según el personal del Mad Cool, una avería de las máquinas que comprobaban las entradas en el túnel de acceso, el que llega desde el metro y los parkings de Ifema, desembocó en atascos que duraron, de media, una hora.
Asimismo, los empleados del festival también tuvieron que lidiar con los continuos insultos de la muchedumbre, temiendo que los improperios se transformasen en agresiones física. En torno a 800 y 1.000 personas derribaron las vallas de contención, teniendo que intervenir dos patrullas de la Policía Nacional, aunque de poco sirvió. La lentitud de los controles de seguridad y la tardanza en conseguir la pulsera fueron los detonantes de una jornada en la que los principales afectados han volcado su impotencia a través de las redes sociales.
Con respecto a los servicios de transporte público, señalar que fueron los que mejor funcionaron. Aunque la gente no paraba de salir del Metro y de los autobuses, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid mantuvieron un flujo regular del servicio.
