Agentes de la Guardia Civil han desarticulado, en el marco de la Operación Jumbo, un grupo organizado especializado en perpetrar robos con violencia e intimidación en viviendas, robos de vehículos y butrones en locales y empresas, cuya zona de actuación atañe a todo el territorio nacional, según informó la Benemérita.
Los tres detenidos, todos ellos en prisión, son considerados responsables de la comisión de cerca de un centenar de robos, perpetrados principalmente en la Comunidad de Madrid, Castilla la Mancha, Extremadura y la Comunidad de Castilla y León.
La investigación tiene su origen el pasado mes de mayo, cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento de la perpetración de un robo con violencia e intimidación en una vivienda ubicada en la localidad de Valdelaguna (Madrid), en cuyo robo los asaltantes emplearon violencia e intimidación con los moradores de la vivienda, a quienes dejaron maniatados tras lograr sus objetivos, pudiendo avisar las propias víctimas, horas después, tras lograr quitarse las ataduras, a los servicios de emergencia.
La complejidad del robo y la potencial agresividad de quienes lo perpetraron motivó que la investigación fuera desarrollada por el Grupo de Delincuencia Organizada de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid.
"Las primeras pesquisas se centraron en la recogida de huellas y vestigios en el lugar del hecho, así como en la localización del vehículo de alta gama que los autores sustrajeron del interior del garaje de la víctima", según la Guardia Civil. Además, "también se inició un rastreo para intentar localizar otros hechos similares acaecidos de forma reciente en otros ámbitos geográficos".
Los agentes de Policía Judicial consiguieron localizar un domicilio presuntamente relacionado con la trama delictiva objeto de investigación, ubicado en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, el cual fue sometido a una estrecha vigilancia.
Estas gestiones permitieron descubrir esta activa red delictiva, formada por tres ciudadanos rumanos, dos hombres de 30 y 24 años de edad, respectivamente, y una mujer, que tenían como centro de operaciones un piso ubicado en la ciudad alcalaína, "desde donde se fraguaban todos sus golpes y en donde se almacenaba posteriormente el botín".
Según la Benemérita, "cada golpe venía precedido por un conocimiento previo de la zona, seleccionando cuidadosamente sus objetivos, con la finalidad de obtener el mayor beneficio en sus saqueos", y una vez seleccionado el objetivo "era marcado el día del robo, el cual preferiblemente era perpetrado de noche, en horario de madrugada, actuando de forma indistinta en viviendas o en empresas".
