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La muerte fue “accidental”, no tenía intención de causarla «ningún daño»

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El portugués Joao Fernando C.M., acusado de asesinar a su pareja el 25 de julio de 2009, ha manifestado en el juicio que golpeó a su compañera sentimental en la cara con un jarro de cristal para evitar que ésta le agrediera en el transcurso de una discusión y, por mala suerte, cayó muerta. El acusado ha añadido que fue "accidental" porque no tenía intención de causarla "ningún daño".

Un Jurado Popular de la Audiencia Provincial de Madrid ha comenzado a juzgar al procesado por el homicidio de su novia, que se produjo en el domicilio de los padres de ésta en Chozas de Canales (Toledo) en presencia de la hija menor de la víctima, de 5 años.

El agresor, que tenía una orden de alejamiento respecto a la fallecida por un episodio de malos tratos, se enfrenta a 17 años de cárcel por un delito continuado de quebrantamiento de medida cautelar, homicidio y maltrato en el ámbito familiar.

Según el fiscal, los hechos se produjeron durante una pelea, en cuyo transcurso el acusado golpeó repetidas ocasiones a la mujer con un jarro de cristal, con el que le seccionó la yugular y la artería carótida. La hija de la menor, que se encuentra bajo tratamiento psiquiátrico, trató de socorrer sin éxito a su madre, taponando las heridas, que finalmente le ocasionaron la muerte por un shock hipovolémico.

Frente a esta versión, Joao Fernando C.M. defendió que sólo propinó un sólo golpe a la víctima con el jarrón de cristal para evitar que ésta siguiera golpeándole. Según contó, la mujer, su padre y la niña regresaron a las ocho de la tarde de un bautizo, al que éste no acudió. Tras dejar a su hija y a su nieta, su suegro abandonó la casa.

"No sé qué pasó. Le pregunté si lo había pasado bien con la familia, pero de repente me puso las manos en el cuello y empezó a golpearme, diciéndome que me culpaba por no poder estar con su familia", ha relatado el procesado, quien ha contado que cogió un jarrón de cristal y la golpeó para obligarla a que parase en sus golpes.

El hombre ha alegado que, en el momento de los hechos, sufrió un episodio de pánico por los golpes que estaba recibiendo por parte de la víctima, con la finalidad de que se le pueda aplicar, si se le condena, una atenuante de miedo insuperable.

Según su relato, le dio un sólo golpe y, por mala suerte, "cayó muerta", intentado taponar las heridas. A preguntas de la fiscal sobre si le dio varias veces en la cabeza, a tenor de que tenía la cara desgarrada y la mandíbula rota, éste ha insistido en que "no". "No tenía intención de causarla ningún daño. Jamás", ha recalcado entre sollozos.

"Salían chorros de sangre que me salpicaban la cara y la ropa. Salí corriendo en busca de ayuda", ha narrado el procesado y ha negado que golpeara a la niña, puesto que ésta presentaba hematomas en los brazos y diversas heridas. En la calle, el procesado pidió a unos vecinos que llamaran a la Policía.
 

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