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Wismar

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Cuando el alcalde de una ciudad y su Concejo reciben personal y afectuosamente a sus visitantes en la puerta principal del Ayuntamiento, y lo hacen con unas salvas de bienvenida disparadas por granaderos vestidos a la vieja usanza, se percibe enseguida un hecho empático: ellos conocen tu interés por su ciudad y están dispuestos a mostrarte los valores históricos, artísticos, culturales que aquella posee. Esto es lo que ocurre en Wismar, la única urbe portuaria del sur del Mar Báltico que ha mantenido su dimensión y unidad arquitectónica. 

Lo que primero llama la atención al visitante que llega a Wismar es su impresionante Plaza del Mercado. Rodeada de encantadores edificios de ladrillo rojo, terrazas al aire libre, restaurantes, hotelitos, cafés, floristerías, etc., es el centro de muchas de las celebraciones históricas y tradicionales que se conmemoran a lo largo de todo el año. Como los Días del Arenque (Herring Days), un mercado de pescadores en el que se pueden degustar sus productos, los Días del Puerto, el Biker Rendezvous, el Festival Sueco (Wismar perteneció antiguamente a Suecia), las exhibiciones artesanales, el Festival de Teatro Callejero, y su célebre Mercado de Navidad. Pero aunque tu estadía no coincida con algunas de estas celebraciones, te resistirás abandonar esta encantadora plaza. Es como si temieras que el resto de la ciudad no fuera a estar a la altura de este romántico flechazo que se siente al estar en ella.

Cámara del Tesoro
Pero esto no es verdad. El centro antiguo de Wismar, que supone un extenso monumento a la arquitectura y al modo de vida medievales, rebosa de casas burguesas de la época, históricos edificios, iglesias, y lugares de auténtico interés. Como el Wasserkunst (Pabellón de la Fuente), que servía para abastecer de agua a los habitantes. O la casa Schabbellhaus, antigua cervecería, que hoy alberga el interesante Museo de la Ciudad. En éste se puede admirar su impresionante vestíbulo y su original escalera de caracol, así como la tapicería holandesa, las lozas finas suecas, vajillas, y pinturas que conforman la Cámara del Tesoro. Asimismo, el pintoresco patio interior es una irresistible tentación para descansar y disfrutar de un buen café.

Dentro del centro histórico, tampoco hay que perderse la visita a las tres principales iglesias de estilo gótico: la de San Jorge, la de Santa María, y la del Espíritu Santo. El patio de esta última ofrece una atractiva vista de la iglesia. Hay que ver la llamada Casa Larga, que está adosada directamente a la iglesia y que originalmente fue un hospital, y después, durante mucho tiempo, como hogar de ancianos. Muy cerca de estas iglesias, se encuentra la calle Scheuerstrasse, con valiosas casas con frontispicios y aleros de diferentes épocas estilísticas del gótico al clasicismo. Como el Hotel Alter Speicher, un lugar encantador.

Por otra parte, la histórica zona del Puerto proyecta una imagen auténtica del  puntal de la antigua ciudad comercial portuaria. Aquí es donde se respira la verdadera atmósfera de uno de los más importantes puertos del Mar Báltico. El Baumhaus, por ejemplo, es un curioso edificio del siglo XVIII que presenta las esculturas de dos cabezas de suecos en el portal. Su nombre, Baum (barrera) era un tronco flotante  que servía para cerrar el acceso al puerto durante la noche o en caso de peligro inminente. Muy cerca del puerto, en la Plaza Lohberg, hay restaurantes y tabernas donde recuperarse de los paseos con una exquisita cerveza rubia o negra, acompañada de las anécdotas que puede contarte cualquier viejo pescador. 
 

www.franciscogavilan.net 
Más info: Oficina Alemana de Turismo, c/ San Agustín, 2-1, 28014 Madrid; Tel. +34 914 293 551
[email protected]; www.wismar.de

 

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