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Blues en el South Side Madrileño (I)

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Se presenta la tercera edición del Festival de Blues de Leganés con un cartel que supera la mejor de las previsiones. Da gusto ver la buena salud de un proyecto que he ido viendo desde su mismo comienzo: un día de abril del 2015 cuando me multaron para llegar a la Taberna Alabanda, cuna de las jam session de la Sociedad de Blues de Madrid, donde a Eugenio Moirón, nuestro Lomax, le tocó presentar el primer cartel.

Aquel día, dio el pistoletazo de salida Fernando Beiztegui metiéndole al Blues de raíz con mimo, sabiduría y potencia de voz. Como no podía ser de otra manera, la cosa terminó compartida y pudimos ver con la eléctrica a Félix Slim, algo poco habitual, soleando con esas ráfagas punzantes al pellizco como también hacía Albert Collins y como si los realmente enchufados fuesen ellos.

Presentaciones aparte, todo comenzó con Oscar Linares, vibrante hasta dejarnos empotrados en los asientos del Teatro Rigoberta Menchú. Oír su respiración, su zapatazo, mientras destilaba la pura honestidad como un flamenco teñido de negro, lo ha convertido en uno de los conciertos que siempre recordaré con emoción. La continuación, con The Suitcase Brothers, fue ya antológica, con los hermanos Puertas dándole al Country Blues y al sonido Piedmont en lo que es el mejor dúo guitarra / armónica de estos lares –y de otros muchos. Terminó ese día Slim en el Hell Paso dándole a lo que tan bien se le da: ese Blues viejuno, acústico y cantado con ese toque nasal que, entre la armónica y el kazoo, pasa del Delta al Rag con incursiones a ese Rebético aprendido en sus correrías por Grecia.

Tocó madrugar para ver al día siguiente a Nico Álvarez y Danny del Toro en la plaza de España de Leganés, mendigando café para resucitar, y con The 44 Dealers entrando directamente a un mediodía de sol y cañas con todo el empaque de su maquinaria.

La siguiente parada fue el Derry Irish, pub de maderas oscuras y donde hubo ya que aderezar el café. Allí tocaron el grupo local The Mojorisers, pasandoMuddy Waters por un filtro apunkarrado y los excesivamente correctos Super Soul, ganadores del concurso de bandas noveles montada por la Sociedad de Blues ese mismo año.

Tocó volver al teatro para una nueva sesión doble con Antonio Serrano,  desplegando su Harmonius lleno de loops en lo que fue la propuesta más alejada del Blues y el alucine de los armonicistas en un llevar más allá el instrumento. El puro baile de Wax & Boogie remató en una completa fiesta con todo el mundo de pie a golpe de cadera. Menudo pianista que es David Guiorcelli capaz de levantar a un muerto.

Como todas las noches, el núcleo duro terminó en el Hell Paso, corazón que fue de este proyecto, para ver a José Luís Pardo, un guitarrista perfecto, quizá demasiado. Al igual que Oscar Linares destapa su mejor esencia cuanto más despojado, con Pardo ocurre lo contrario y con banda es capaz de exprimir mucho mejor lo que tiene dentro.

Lo maravillosamente familiar de esta primera edición se palpaba y así, te cruzabas en el local con Ster Wax entre castigadora y dulce con su chupa de cuero; o con Víctor Puertas, uno de los mejores armonicistas del mundo según Jerry Portnoy, que lo fue de Muddy Waters, que nos contaba con una cerveza en la mano a Joel Grau y a mí algunas de las claves del instrumento… ¡La lengua, la lengua, no hay que despegarla!

El tercer día de Festival dio tregua para el descanso mañanero antes de regresar a nuestra misa pagana de los domingos. Los Duolian String Pickers desplegaron su Blues rural a dúo para terminar cantando y tocando a la antigua: sin micros y en medio del público antes de dar relevo a Hot Nasho & Himself Orchestra, compañero que fue de Slim en amistades pasadas y corramos un tupido velo. (Continuará…)

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