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Julián Maeso. Dreams are gone

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Tenía yo ganas de ver en directo a Maeso al frente de la nave, tras intuirlo en la Shoko, con Aurora & the Betrayers, emparedado entre el Hammond y un muro de acoples. Saltó mi alarma en la semana de los Stones: una semana en el Café Central presentando One way ticket to Saturn, pero empecemos por el principio, por el apabullante y exquisito disco doble de debut titulado Dreams are gone:

Arranca A hurricane is coming como un viejo amplificador de lámparas que despega hasta redondear un tema del palo del Southern Harmony… de los Black Crowes. Litle by litle es una apisonadora a medio tiempo donde, al igual que en el tema de inicio, las guitarras se echan hacia adelante con la urgencia de algo que quiere explotar pero se contiene para encontrar perfecta medida.
 
Who needs what, es un todo en la misma canción: desde el cantautor que se electrifica, al rock & roll, pasando por un estribillo cantado como una consigna épica rematada con ese golpe de guitarra tan del Boss.
 
It´s been a hard day es preciosa, hímnica, con un halo a lo Mike Farris, de rockero tierno –que no blando- mientras que Tears come from you es porche y slide, hillbillies en mecedora hasta que se levantan a golpe de órgano. Qué bien regula Maeso las intensidades.
 
What did you want my love for… tiene un tinte más popero, de cuando éste era de alto calibre. Por momentos y en algunos walking riffs me lleva a The Byrds. Evocadora. Continúa el ritual con We live behind a shadow, un tema que trata de convocar en sus comienzos a saber a qué dioses, con Julián ejerciendo de rey lagarto toledano para de repente pasar a otra cosa; como en casi todos los temas, que cambian de atmósfera sin escorzos, amaneramientos y artificialidades.
 
Toca sintetizar o el artículo se me saldrá del folio. Jails toca el palo hippie-progresivo y Missing but singing el sincopado saltarín de un ska bajo de revoluciones con unos glissando de metales muy sexys. Cierra el primer disco un aroma setentero en tiempos lentos: Won´t we come back for more. Escuchado varias veces el disco, estilete en mano, ni una pega le encuentro. Menudo cabrón está hecho este Maeso.
 
Me imagino cambiando el vinilo aunque lo que escucho es un CD y prestado (puta crisis). El segundo disco es un ajuar de orfebrerías, comenzando por Daytona: pequeña delicadeza con ese slidin´ hawaiano que popularizó Elvis para el rock & roll y, antes, los viejos bluesmen de cuchillo arrastrado con la guitarra apoyada en las rodillas. Far station es pura bohemia y me transporta a esos gin fizz que me bebía en la Huchette parisina hace años.
 
Lo siento, me pongo melancólico. Back whrere you belong es atardecer sureño y rockin´ chair; y You´d better not hurt me again, ese mismo sur de mediodías polvorientos a 40 grados que de sopetón -bendito Hammond- se transforma en un soul antiguo que como un picotazo me recuerda el Fleeing the pain, de Oscar Linares; un tema que debería grabar aunque ahora ande a otras cosas. Se lo digo.
 
Men & ladies es más vieja escuela luminosa antes de descender a lo íntimo de los tres siguientes temas: otra toma del Missing but singing que es una joya casi de mesilla de noche, Will you be free todo un rezo envenenado de lirismos y Be prepared to change your plan, un halo de ¿esperanza? Si los sueños se fueron en algún momento, han vuelto, y que por mucho tiempo se queden.
 
Leo lo escrito en la primera escucha del último tema, The band, the girl and the boy: sorprendente Maeso con aires del primer Krawitz en sus temas suaves…  ja, ja, ja… Como siempre el tema cambia a otra cosa de manera natural.
 
[Continuará…]

 

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