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Patti Smith

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Llega Patti Smith celebrando esa discazo que es Horses al Real Jardín Botánico Alfonso XIII. Cuarenta años después de aquella grabación en los míticos estudios Electric Lady de New York sigue teniendo la vigencia y la atemporalidad de una pedrada bien recibida. Es Horses un disco imprescindible, un debut ecléctico en el que caben himnos en subida épica, ritmos sincopados a cámara lenta –Redondo Beach-; líricos recitados –Birdland– y esa voz siempre expresiva que mezcla el lamento y el aullido herido entre fondos sinuosos o machacones, con momentos de urgencia, de dramatismo e incluso con sus aires más ligeros –Kimberly.

La última vez que la vi fue en un sitio extraño: el patio lateral de la Real Casa de Correos: mismo edificio donde Valle-Inclán escribió el encuentro de Max Estrella con el anarquista en Luces de Bohemia; algo que gustaría sin duda a Patti, a ella, que más que de música adora hablar de libros y poetas: su Rimbaud, su Lorca… No creo que le gustara tanto lo que significaba ese edificio, particularmente sus sótanos, en el oscuro franquismo de la tortura al que tenía miedo de ir solo hasta el mismísimo Camilo José Cela. Fue curioso verla terminar el concierto, precisamente ahí, puño en alto.

Aquel día, acompañada de su hijo Jackson a la guitarra, también recitó –Perfect Moon-: serena, con voz profunda y poniéndose las gafas de leer en un gesto lleno de naturalidad antes de iniciar la catarsis. En julio será distinto, llegará con su banda a repetir el éxito que ya lo fue en el Primavera Sound en lo que supone volver a aquel 1975 y sus temas sobre inadaptados y sobre la libertad, algo de lo que cada uno debe ser responsable, como matizó en alguna ocasión. Fuerte, poco nostálgica, política, idealista con ansias de comunicación, de espolear la creatividad ajena y para nada autodestructiva como podría esperarse de la bautizada madrina del punk: “No estoy de acuerdo con esos chicos […] Mira, yo amo a esos chicos, pero pienso que he sembrado un montón de pequeños monstruos, algunas veces”, dice en charla con William Burroughs en el 79. Pues eso…

Ad latere. ¿Tocará en el botánico el My Generation de The Who? Pues no deja de ser esa pista adicional de la reedición de Horses grabada décadas después; con cierto valor, todo hay que decirlo, por aquello del morir joven y en combustión que predica.

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