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El abuso de lo público para beneficio privado

Imaginen una empresa controlada por un Ayuntamiento que se ‘olvida’ de pagar el IBI y la Tasa de Basuras. Imaginen que además esa empresa gestiona varias instalaciones sin las correspondientes licencias urbanísticas. Imaginen que esa compañía actúa con la máxima opacidad, pagando dinero a asesores llegados de la política que no realizan una función clara y permitiendo que el dinero ajeno se utilice para pagar copas, ostras, jamón y carabineros para disfrute de sus directivos, nombrados a dedo por el partido en el poder. Todo, sin olvidar que esa empresa no realiza una función para beneficio de toda la ciudad, sino sólo para unos cuantos de sus vecinos. Y ahora dejen de imaginar, porque esa empresa existe. Se llama Club de Campo Villa de Madrid, está controlada por el Ayuntamiento de la capital y es un ejemplo perfecto de cómo, tras más de 22 años de mayoría absoluta, el PP tiende a pensar que lo que es de todos los madrileños es en realidad suyo y de sus cercanos.

El Club de Campo es, para entendernos, el rincón noreste de la Casa de Campo, separado de la misma por la Carretera de Castilla. Unas 200 hectáreas de terreno municipal que hasta 1984 eran de uso exclusivo de sus socios, mayoritariamente aristócratas y militares. Esta situación anómala se arrastraba del franquismo, y el entonces alcalde Tierno Galván quiso acabar con ella permitiendo la entrada de nuevos socios al Club (mediante sorteo entre solicitantes de toda la ciudad) y creando una nueva sociedad en la que el Ayuntamiento sería el socio mayoritario con un 51% del capital. Sería una solución transitoria, pues el 31 de marzo de 1993 la empresa se liquidaría y Madrid podría disponer libremente de ese terreno de la Casa de Campo.

Con los nuevos tiempos políticos la situación fue cambiando. En 1991 el Ayuntamiento de Madrid, ya en manos conservadoras, decidió prorrogar la situación, en principio transitoria, hasta 2025. Y más de dos décadas después, ¿cuál es la situación actual? ¿Cómo se gestiona el Club de Campo? ¿Cumple la empresa el objeto social para el que fue creada, “la explotación como servicio público” del club “para solaz y esparcimiento de los ciudadanos”?

Como ha venido denunciando últimamente UPyD, hasta en el Pleno del Ayuntamiento, es evidente que el PP gestiona el Club de Campo (recordemos, suelo 100% municipal, empresa controlada por el Ayuntamiento) como si de un cortijo se tratase. Amiguismo, uso poco transparente del dinero de una sociedad municipal, oscurantismo, escaso respeto a la legalidad y a las formas democráticas… y eso, sin olvidar algunos datos escandalosos: entre 2004 y 2009 el Ayuntamiento de Madrid aportó seis millones de euros para una piscina y un gimnasio en el Club de Campo; mientras tanto, los más de 220.000 madrileños que viven en el Distrito de Ciudad Lineal llevan desde 2007 esperando que les arreglen su única piscina de verano, la del Polideportivo del Barrio de La Concepción. El Ayuntamiento no la arregla porque, dicen, no hay dinero. No hay dinero para lo que no nos interesa, deberían matizar.

Seguro que el Club de Campo no es el problema más importante de Madrid, pero sí es uno de los más ilustrativos de una peculiar forma de gestionar la ciudad: la que utiliza lo público en beneficio privado y propio. El abuso debe terminar: el Club de Campo de Madrid no puede ser el Club del Privilegio del PP.

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