Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
04.jpg

Anna Karénina: el realismo del amor

Pablo Sagastibelza

Ya se sabe que el verano es uno de los mejores momentos para entregarse a la lectura de buenos libros, ésos que conmueven el espíritu y provocan hondas reflexiones en el alma. No es la primera vez que uno de esos textos clásicos es fuente de inspiración para esta columna, es la ‘pizca de sal’ que necesitan algunos alimentos para adquirir todo su sabor: de la buena literatura se puede -y se debe tantas veces- aprender y disfrutar.

Anna Karénina es uno de esos libros. Cuando se tiene entre las manos aún sin abrir la apariencia impone: casi mil páginas en las que navegar, una travesía larga, desconocida, a la que uno se enfrenta sin la certeza del final. Al poco, los capítulos pasan rápido, dejando una sensación agridulce en la que se mezcla la sensación de querer navegar más rápido, con la del deseo de parar, de releer, de anotar para reflexionar. En él aparecen personajes que encarnan los modos en los que el amor se vive entre amigos, familiares, amantes y esposos. La prosa de León Tolstói desgrana los sentimientos del corazón de modo magistral; cada mente, cada corazón queda al descubierto como cuando se descorre un velo que cubre lo más íntimo del hombre. Y lo hace con suavidad, con respeto, entendiendo lo que ocurre en cada personaje, sin imponer su propia interioridad, sino dejando que cada hombre y cada mujer vivan realmente en las páginas del libro. Es la descripción soberana del realismo del amor en la vida humana.

Junto a esto, el autor consigue con un arte literario descomunal que los protagonistas no parezcan sacados de un laboratorio. Son personas de carne y hueso, en las que cada uno de nosotros se identifica de diversas maneras, como son diversos los brillos que reflejan la luz del sol en un cristal de muchas caras. Cada uno de ellos encaja en una realidad social, política, cultural, histórica, religiosa que le hace tomar vida, tener sentido en lo que dice y en lo que hace.

Anna Karénina, Stepán Arkádievich Oblonsky, Darya Aleksándrovna, Kitty, el Conde Vronsky, Alekséi Aleksándrovich Karenin, Lyovin… cada uno de estos nombres evoca mundos de pasión, de lucha; son buscadores de la felicidad a través del amor -o la hipocresía-, es decir, hombres y mujeres que saben que sólo por este camino se puede llegar al final soñado, y que además se trata de un camino arduo, repleto de dificultades. Quien no sepa entrar en esa senda, y caminar por ella con empeño, jamás podrá entenderse, y nunca podrá entender a quien le rodea.

[email protected]
 

Loading

Loading

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

el distrito tv

Últimas Noticias

Scroll al inicio