Rajoy es también responsable de esta segunda legislatura, tan corta e improductiva, de 2016. Poco a destacar de ella salvo el nada satisfactorio honor de haber alcanzado un déficit por encima del 100%. Récord que, esperemos, será muy difícil batir. Una desgracia de gestión económica, indefendible.
Hay muchos más argumentos sobre su primera legislatura, la normal, desde noviembre de 2011 a diciembre de 2015. Comenzando por la que es la mayor preocupación de los españoles: el paro o la crisis. Cuatro años después, el número de trabajadores en España no había aumentado. El mismo número de trabajadores que en 2011 pero las empresas dedican a salarios 30.000 millones anuales menos. Iguales trabajadores, un porcentaje de paro casi idéntico, sueldos notablemente más bajos y una cantidad de españoles que han abandonado el país para buscar trabajo solo comparable a los años 60. Sin contar que más de medio millón de parados no reciben ningún tipo de prestación y que las pensiones ahora no pueden subir, por una ley reciente, más del 0,25% anual; una auténtica miseria.
En el lado contrario de la balanza están los impuestos, que han subido aunque de forma desigual (mucho para los ingresos del trabajo, menos para las rentas) incluyendo una subida del tipo general del IVA. A pesar de recortes del 20% en sanidad y educación. Y la herencia de Zapatero, la hucha de 70.000 millones de euros que había para pensiones, se ha reducido a la mitad en cuatro años. A ese ritmo desaparecerá en una legislatura más.
Y, apareciendo como la otra gran preocupación de los españoles, la corrupción en esta legislatura ha sido una constante en los telediarios. Ahora mismo tenemos en la cárcel incomunicado al expresidente de la Comunidad de Madrid,a varios exministros y diputados y a muchos alcaldes. Sin contar con que, con los últimos condenados, todos los que han pasado por la tesorería del Partido Popular han acabado acusados de delitos graves.
Mientras tanto, al Presidente le gusta presumir de que sólo lee el Marca y se dedica a dejar pasar el tiempo. Y parece que le da resultado. Un Presidente a quien no hubiesen aguantado en ningún país tras el “Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos”, pero que, sin embargo, a base de no hacer nada, consigue que ese paso del tiempo le favorezca.
Se podría pensar que al menos en el tema nacionalista, España habría salido reforzada de un Gobierno tan conservador. Pero no creo que nadie pueda afirmar que, con la demostrada tendencia de Rajoy a no hacer frente a los problemas, los asuntos vasco o catalán estén a fecha de hoy en mejor situación que hace 4 años.
Mal balance o demasiados años, en definitiva.
