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Bienvenido, Mister ShoppingCenter!

Se acerca de nuevo la Navidad y otra vez ponemos en marcha el fenómeno consumista, marcado por la tan americana costumbre de la compra en los grandes centros comerciales. En un ambiente artificial, que pierde las referencias sobre el clima, la iluminación o el horario exterior, ofrecen espacios climatizados, limpios, tranquilos, vigilados y sin tráfico. Gracias al elevado nivel de ventas que tienen (más de la mitad del comercio al por menor se produce en esos centros), pueden ofrecer precios ventajosos que compiten con superioridad con las tiendas tradicionales de barrio, ahora mismo en proceso de desaparición.

Frente al modelo de Galería Comercial que aún se ve en centros históricos de ciudades europeas, esta moda, importada de Estados Unidos, supone una isla de consumo separada de la ciudad y conectada por carretera. Precisa, por ello, de miles de plazas de aparcamiento y la intervención pública para facilitar los accesos, el tráfico y el transporte público. La relación entre el coche particular y el centro comercial es inevitable, al tiempo que el centro urbano tradicional pierde su valor en la vida de la ciudad.

Por otro lado se imita también el estilo de vida americano, y el centro comercial se convierte en núcleo de la relación y actividad social. Concebidos como sustitutos de los espacios públicos, disponen de calles peatonales para paseo, zonas amplias a modo de plazas, a las que incluso se da ese nombre, y áreas semiajardinadas imitando a parques, en ocasiones al aire libre, con zonas de descanso y bancos.

Y como relevo de la Plaza del Pueblo, abarca más allá de las compras y actividades comerciales, aumentando progresivamente el número de eventos culturales, e incluso deportivos en aquellos con capacidad suficiente para ello. Son ya muchos los conciertos, espectáculos y exposiciones que se celebran en su interior o en superficies vecinas.

Los hemos adaptado como  lugar donde ir a ver y a estar con familia y amigos, supliendo hasta la función de la casa particular recibir visitas y ocupar el tiempo en compañía. Es el sitio donde los jóvenes pasan más tiempo, excepto su casa y la escuela, convertidos en el lugar de encuentro juvenil de nuestros días.

En muchas ocasiones se integran perfectamente en la ciudad a la que pertenecen, como verdadero espacio público cubierto, para la vida en común. No olvidemos, no obstante, que no son realmente espacios públicos pensados para el bien común, sino al servicio de empresas, para convertir al ciudadano en consumidor. Cuando la gente entra en un centro comercial, el deseo de comprar algo seguro que surge, aunque no supiéramos exactamente qué queríamos antes de salir del coche.

http://elola.blogia.com @JJElola

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