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Boquita de piñón

Ya decía el pequeño de los Panero, Michi, que en esta vida se puede ser de todo menos un pesado; y Artur Mas ha resultado ser un auténtico coñazo. Todo lo que no le viene bien es anti-catalán por pataleta. La última ha sido acusar a la banca (La Caixa, Banco Sabadell) de sembrar el miedo. ¿Miedo? Sus machacas de ERC van más allá y así un tal Jordi Solé, alcalde de Caldes de Montbui, dice que su ayuntamiento no operará con las sucursales de esos bancos si sus directores no entran por el aro y mantienen posturas no independentistas. Todo un alegato infantil, demagógico y con tufillo anti-democrático (cualquier dictadura empieza por castrar la libertad de expresión y de opinión, ojo navegantes); pero claro, en campaña todo vale y no hay sonrojo ni para los políticos ni para el rebaño de fe que siempre está dispuesto a comulgar con ruedas de molino.

La clave es inventarse un enemigo para unir a la tribu, un canalizador. La siempre política contra alguien. Agotador. Mas ha elegido a España como Aguirre a Carmena. Así su PP acusa a la alcaldesa de tintes totalitarios y de que no le gusta la pluralidad de medios. Escuchadas las declaraciones de Carmena que originaron dicha respuesta me lleva a dos conclusiones: cierto retraso cognitivo (de ellos o que presuponen en nosotros) o una pura perversión del lenguaje.

Lo que más me mosquea de toda esta panda metida a político profesional es que nos tratan como al tonto Blasillo cuando muchos les pueden dar sopas con honda. Así, ay, unos cuantos de esos tontos bien leídos les han desmontado el chiringuito de las urnas, el paripé del voto ahora tú, ahora yo. Y aún me acuerdo de cuando toda la ralea de políticos rancios y acartonados decían con la sonrisa en mueca mirando a la Puerta del Sol aquello de ale, ale, a montar un partido y a presentarse a las elecciones. Nunca esperaron que eso pudiera ocurrir y menos con esos resultados. Pero volvamos al miedo: que si España puede ser la nueva Grecia o convertirse en una Venezuela europea. Es la misma gilipollez –perdón, pero no tiene otro nombre- que decir que España, Francia o Italia estuvieron en un tris de convertirse en Libias sin desierto por aquello de las muy buenas relaciones – y financiaciones- con Gadafi, por ejemplo.

Y si Carmena es incertidumbre, Aguirre es siempre certeza; esa certeza que ya decía Montaigne que, entre otras cosas, termina con la esperanza. En fin…, que si la alcaldesa muestra su “patita totalitaria”, la condesa-chica Telva bien podría hacerse un interviú de cuerpo entero. El rubio Vinila von Bismark ya casi lo tiene, como su boquita de piñón.

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