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Campaña sobre campaña

Y sobre campaña, una. En cuatro semanas hemos votado a todos los niveles que podemos  votar en Madrid. Desde los representantes europeos a los alcaldes de cada pueblecito o ciudad de nuestra Comunidad. Pasando, cómo no, por el gobierno de la nación y el de la Comunidad Autónoma. Al menos espero que haya servido para que la Política se ponga de moda, y no para saturar.

En cualquier caso, superado el trance y en construcción ya los nuevos gobiernos que imponen las nuevas mayorías, podemos al fin pasar a tratar sobre lo importante. Y para mí, como vengo insistiendo durante mucho tiempo, el problema de España es el gran deterioro que ha sufrido la clase media. Se debe a que se le ha castigado soportando el mayor peso de los efectos de la crisis. Y no son los impuestos los que nos hacen daño, sino otros dos aspectos de mayor alcance.

Por un lado tenemos que contar los descensos de salarios. El mismo puesto de trabajo se paga ahora entre 2000 y 5000 euros menos al año que en 2012. La disminución de las plantillas y el paro han motivado este efecto tan perjudicial para nuestros bolsillos. Y eso si hablamos del mismo puesto de trabajo, porque la mayoría ha sido sustituido por trabajos en precario, contratos parciales o en prácticas. Y de remate, en los últimos años del gobierno de Rajoy se dejó de tener en cuenta el IPC para el cálculo de las subidas de las pensiones. Las pensiones que deberían haber subido unos 100 euros entre 2015 y 2018 apenas alcanzaron los 10 euros de mejora.

El otro factor que ha dañado a la familia media son los recortes en los servicios públicos. Los copagos a los medicamentos y el aumento de medicinas excluidas, las subidas en las tasas universitarias, la disminución de las becas, el deterioro de la enseñanza pública en favor de la concertada (que aunque debiera legalmente ser gratuita, incluso la Comunidad de Madrid ha reconocido que no lo es) son ejemplos de cómo los recortes han disminuido el dinero que los españoles tenemos a nuestra disposición.

No era inevitable, pero tampoco es casual. La crisis se ha querido que repercuta en los trabajadores, mientras se ha insistido mucho en la necesidad de disminuir los impuestos a las empresas y a las rentas más altas. Esta decisión genera menos ingresos para el Estado, como es lógico, al recortar los impuestos a los que deberían pagar más. Y esos menores ingresos obligan a tener menores gastos, con lo que vuelven a justificar nuevos recortes en los servicios públicos.

Todo esto ha hundido totalmente a la clase baja, dándose por Cáritas unas cifras de pobreza en España que deberían ser insoportables. Pero la clase media también ha sufrido un grave empobrecimiento. Mientras, los directivos de las empresas cada vez ganan más, puesto que esos sueldos y los beneficios empresariales sí han subido.  ¿No es suficiente para justificar ya un aumento de impuestos a los más ricos?
 

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