Por fin unas elecciones interesantes y con el voto a cañonazos. El PP anda desmembrado pero se mantiene como primera fuerza nacional por el semillero conservador de las zonas rurales donde el runrún es que los cambios siempre son a peor y que a lo malo ya le hemos cogido el tranquillo. Triste. Sólo desde la ignorancia se puede creer la estrategia del PP para estas elecciones que se ha reducido a decir que viene el coco bolivariano y que nadie de los suyos ha robado nada o, como mucho, que ya no está en el partido.
Cara de palo se le ha quedado a Esperanza Aguirre que no podrá conseguir ser alcaldesa de Madrid sustituyendo a Ana Botella, esa gran mujer detrás de un gran hombre (sic) que nos sorprendería, seguro, si supiéramos a quién ha votado escondida en la intimidad de la cabina por pura venganza contra la condesa. Nunca lo reconocerá. El segundo hachazo al ego incandescente de la condesa ha sido que en su pretendido corral de Madrid haya sacado más votos Cifuentes para la Comunidad que ella para el ayuntamiento. Carmena es nuestra Lucinda Williams que le he oído decir a un rockero del Hell Paso.