Al muy noble, leal, coronado e imperial, ilustrísimo Pablo Iglesias, líder del partido denominado Podemos. Permítame el atrevimiento de iluminar en su inmensa lucidez un atisbo de sensatez. Quería informarle a vuecencia y bajo mi humildísima opinión, que en caso de que el país esté amenazando ruina, los gobernadores, entre los que usted actualmente representa tal alta distinción, estarán obligados de la misma forma que va referido: deben los líderes políticos declarar con distinción meridiana, la situación real de la nación, evitando el engaño o distracción, expresando la forma y modo como se ha de hacer y acometer la o las soluciones, y para que se entienda, la costa de los reparos no debería ir a costa de aquellos a corto plazo puedan sentirse tentados pero que a largo sean condenados a sufrir calamidades y suceder desgracias, como la experiencia con tantos ejemplos lo tiene demostrado y como ejemplo me atrevo a poner la República de Venezuela o Cuba. Y en caso de que no lo haga, el aquel demagogo estaría obligado a pagar los daños que por los malos tratamientos la sociedad hubiera recibido.
Si la censura o el recelo de ella fuera eficaz, yo, considerando la modestia con que muchos examinan las actuaciones de mi gremio (político de un partido que tiene a la sazón la virtud de gobernar) me he esforzado a que lo que puede ser y me gustaría que fuera, y no es otra cosa que gozar de lo benévolo de los ciudadanos, que no es otra cosa que su confianza. El haber escrito este artículo fue el ver, cuántos yerros se cometen en daño de España, no sólo cuanto a sus vecinos, sino también de que hay muchos compañeros gremiales de sana intención, y otros desgraciadamente que no, y que erróneamente algunos de forma interesada que nos equiparen por igual.