Lo público como excusa, lo público como una teta eterna de la que tirar. La corrupción hace ya mucho tiempo que se pasó de frenada en España, o Espuñeta, para convertirse en endémica por estos lares. O eso, o es que siempre la ha habido pero ahora se lo montan tan mal y lo hacen tan a lo grande que termina todo saltando por los aires, entintado por la sangre de cualquier rotativa a modo de gatillo. Benditos periódicos, ummm sí, a pesar de sus propios y a veces oscuros intereses.
Para terminar con la corrupción hay que cambiar, lo primero, la ley para la financiación de los partidos pues, al final, éstos se financian como pueden para ser competitivos. Ese oscurantismo beneficia todavía más a los que ya tienen poder haciendo más brecha con los que en teoría tienen que hacer contrapeso.
Con una transparencia total, y real, en la financiación, terminaríamos con ese I win/yo win torticero con empresarios que financian y después reciben su compensación en forma de obras o servicios públicos aún no siendo la mejor opción para los ciudadanos.
A la hora de combatir la corrupción, tampoco ayuda el funcionamiento interno poco democrático de los partidos con maneras de secta donde confunden una cierta unidad ideológica con una mal entendida disciplina de partido que les lleva a defender lo indefendible; y porque la mayoría de las veces no deja de ser una mordida personal sobre la mordida de partido y destapar la primera es quedar con el culo al descubierto en la segunda.
El verdadero pacto de Estado contra la crisis debería ser el de corrupción cero, pero nos sorprendería ver el número de plenos de ayuntamiento que se tendrían que celebrar en la cárcel, y esto afecta a los partidos tradicionalmente mayoritarios: PP y PSOE; y de ahí ese acuerdo tácito en no levantar las alfombras. Cuando termina saltando un nuevo asunto de corrupción siempre salen los vecinos en el Telediario diciendo que eso allí ya se sabía; sin entender entonces que esperen a que se lo solucionen los de allá. Acaso todos esos ayuntamientos sean del PP con PSOE en la oposición o al revés, producen ceguera cuando no se manda y agudeza sobrevenida cuando se consigue la alcaldía. Más complicado será el tema de la educación en un país donde la picaresca es arte y el robo produce envidia y no sonrojo.
