“Indignados”, esa es la palabra que han empezado a pervertir los redactores de titulares de muchos periódicos abusando de ella, ya que está de moda, y utilizándola fuera de tiesto para sus fuegos de artificio en las negritas de noticias que por comparación a la verdadera indignación resultan absurdas. Y es que por algo metía Raúl del Pozo en el mismo saco de las cuatro P a políticos y periodistas -los otros dos colectivos eran el de putas y policías-.
Luchando contra mi alergia bajo al quiosco en busca de periódicos. Hoy será un día de retiro entre música y lecturas. Empiezo por El Mundo y ya sólo con ver la portada entiendo la pura esencia del movimiento del 15M. ¿Cómo no va a estar indignada la sociedad cuando se considera que el que los políticos reciban regalos “es un uso social”?: El PP en boca de la portavoz del Gobierno de la Comunidad Valenciana.
¿Cómo no va a estar indignada la sociedad cuando lee que en la Diputación de Granada, aún socialista mientras no se haga efectivo el traspaso de poderes, están rompiendo facturas que implican -suave verbo- al vástago comisionista de Chaves? De auténticos chapuceros están quedando todos estos amañadores andaluces que, hecha la trampa, no tienen ni un mínimo de chispa para camuflarla, ni saben meter la documentación en la trituradora al igual que se equivocaron con las fechas a la hora de falsificar los ERE millonarios para que amigos y familiares le puedan dar con calma al rebujito en día laboral. Aquí la teoría es que, si no eres pensionista o subvencionado eres un paria.
¿Cómo no va a estar indignada la sociedad cuando mientras estoy escribiendo va tomando posesión en muchos ayuntamientos una caterva de concejales dignos de un contenedor de reciclaje? ¿No sería maravilloso que los pianos volvieran a tener las teclas de marfil sin necesidad de matar a pobres animales…? Perdonen ustedes, pero se me ha ido la imaginación escuchando a Michel Petrucciani.
A todo esto, Federico Jiménez Losantos llama “escuadrones de Rubalcaba” a los del 15M. Es una pena que los artículos de Losantos, desde hace ya muchísimo tiempo, se hayan convertido en columnas de espumillón y juegos de palabras efectistas. Y es que la repercusión en la actualidad requiere cierto veneno que a su vez pide urgencias y no deja profundizar, quedando todo en el trallazo superficial del asunto. Ala, todos perro-flautas.
