Moción de censura de VOX. Poca memoria tienen los que la calificaron de absurda, sabiéndose de antemano la imposibilidad de que llegara a buen término, pues el objetivo era otro: obligar a ponerse de frente a aquellos que estaban de perfil. De hecho, sólo la que fue contra Rajoy tuvo éxito y aunque todas tuvieran su aquel, su razón de ser. Felipe González comenzó a ser presidente en aquella moción contra Suárez, que dimitió diez meses después.
El Gobierno ha podido subir al estrado a batalla ganada pues la cosa no iba realmente con ellos, sino contra ese PP de Casado que votando «no» a lo planteado por VOX, para aparentar centrismo y distanciarse de la derecha-ogro, perderán a ese grueso de votantes que lo ha entendido a la contra, esto es, como un «sí» a Pedro Sánchez y lo que es peor: a la izquierda-ogro de Pablo Iglesias.
En un arco político que tiende a polarizarse ahí está el rédito de los de los de Abascal, pues el PP tampoco podía quedarse en la tibieza de la abstención ni votar a favor e ir a rebufo del que fuera su monaguillo. Todo tiende a los extremos, por lo que el discurso de Casado, pretendidamente de Estado o canovista, como lo definió Iglesias, de poco va a servir en la práctica.
Lo que resulta increíble, y ahí se denota la falta real de políticos de Estado por todos los flancos, es que con la que está cayendo todos estén jugando a políticas de burdel: los nacionalistas catalanes tirando para lo suyo (se llegó a decir al principio que el Covid, si llegan a ser independientes, no hubiera tenido repercusión en Cataluña, que la culpa era de España); los nacionalistas vascos que han ido de dignos cuando han sido puros chantajistas de convento de varios gobiernos (incluido el actual); los de Unidas Podemos a la caza de la tercera República (que sí, que la Monarquía por mucho que sea Monarquía Parlamentaria está obsoleta pero…); los socialistas en un mantenerse como sea en el poder; el PP utilizando el bastión de Madrid para ir a la contra, etc…
Paradójicamente a los nacionalismos les viene bien el auge de VOX, les allana el camino cuando hacer política se ha convertido en un ir siempre a la contra de. Tener un enemigo enfrente es la excusa perfecta para que no se vean las propias carencias ya sean éticas o de programa. Tener un enemigo lo centra todo. España o Espuñeta.
Víctor Vázquez